Más que una posibilidad, reinventarse es una oportunidad de rehacer aquello que en un primero o varios intentos no nos ha dado los resultados esperados. Tenemos esa oportunidad en cada aspecto de la vida. En cada una de nuestras iniciativas, en cada terreno que nos toca transitar.
Algunas veces, las conclusiones parecen ser las definitivas, pero luego de pensar un poco y analizar otras vías para alcanzar nuestros propósitos, nos damos cuenta de que podemos reiniciar el camino tomando otra dirección. En la vida, constantemente lidiamos con situaciones que creemos irremediables y por creerlas así, dejamos pasar la oportunidad de repararlas. Es muy lamentable darnos cuenta de que, en su momento, esas dificultades no eran tan graves y que teníamos la solución al alcance de nuestras manos, pero perdimos el tiempo y no tratamos de arreglar las cosas.
Así pasa con casi todo en la vida. A veces llega un momento en que pensamos, sentimos y nos convencemos de que no hemos guiado nuestra vida y nuestros pasos de la mejor forma.
Pensamos que no obtuvimos los resultados deseados porque no supimos hacer lo realmente necesario, porque nuestro método no fue el más adecuado. Sin embargo, no pasamos de lamentarnos y hasta flagelarnos por nuestra torpeza, por nuestra falta de coraje y fortaleza, en vez de tranquilamente ver en dónde estuvo nuestro error, qué fue lo que no hicimos bien, reorganizarnos y comenzar desde el principio. Aunque no lo creamos, aunque no lo notemos, siempre tenemos la oportunidad de enmendar errores. Esa es una de las cosas buenas que nos da la vida y también es una de las que más desperdiciamos. Cuando decidimos cambiar de actitud, cuando apostamos a ser mejores, cuando nos proponemos limpiar nuestro interior de cualquier sentimiento dañino, cuando abrimos el alma para dejar salir cualquier bajeza humana que quiera hacer nido en nuestros adentros, nos estamos reinventando.Es un nuevo comienzo. Una oportunidad que nos regalamos, porque cambiar de actitud es algo que nos beneficia.
Lo mismo ocurre cuando las circunstancias nos sitúan en condiciones adversas, debemos hacer acopio de nuestras fuerzas y no dejarnos vencer sin antes haber hecho todo lo que esté a nuestro alcance. Cuando salimos de nuestra zona de confort, no lo hacemos porque queremos probar nuestras fuerzas, a veces lo hacemos porque nos cansamos de la rutina, porque ya lo que hacemos nos resulta tan sencillo que se torna aburrido, porque nos gustan los retos, los desafíos. Porque la rutina aniquila la inteligencia y adormece la creatividad.
Esto nada tiene que ver con la estabilidad. Para nada. En cualesquiera de nuestros escenarios, es bueno tratar de ser mejores, tratar de hacer las cosas de la mejor manera.
Y si tenemos la oportunidad de renovarnos, de recomenzar, ¿por qué no aprovecharla?