No es fácil ir en contra, en especial cuando eres el único que lo hace. Son pocos los pasos de avance cuando el viento no corre a nuestro favor.
Nadar contra la corriente probablemente produciría un cansancio y un tremendo dolor en los brazos, que de manera infructuosa luchan por avanzar y llevarnos a ese puerto al que tanto anhelamos llegar.
Eso mismo ocurre cuando, de repente, todo se vuelve en nuestra contra o cuando nos negamos a seguir las injustas reglas que nos obligan a renunciar a nuestros principios y valores.
A veces nos resistimos a aceptar situaciones, aunque el hacerlo nos haga perder grandes beneficios, pero, es mejor tener paz y tranquilidad, que vivir angustiados y sintiendo vergüenza de lo que la conveniencia nos puede llevar a hacer.
Para navegar, lo ideal es que la corriente sea una aliada de la embarcación, no su peor enemiga. Es por eso que ningún navegante es feliz cuando debe conducir su nave a través de las aguas turbulentas de una corriente adversa.
No es fácil, pero ya en medio de la situación, no le queda más remedio que seguir adelante. Luchar por llevar su embarcación a puerto seguro es la única idea que tendrá en su mente, sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo.
No importa el tiempo que le lleve, no importa la fuerza de los vientos, ni la turbulencia de las aguas, él resistirá y no dejará de luchar hasta llevar su nave a buen puerto. La mayoría lo puede lograr y lo hará.
Así debemos hacer en nuestras vidas. Sentirnos como ese navegante que luchará contra viento y marea por defender a su nave y su tripulación de cualquier tiempo adverso, así nosotros debemos defender nuestra felicidad y nuestra propia existencia.
Sin importar lo destrozados que puedan quedar nuestros brazos tratando de abrirse espacio para alcanzar nuestras metas o simplemente para conseguir la paz interior que tanto bien nos hace, siempre debemos seguir adelante, protegiendo lo mejor que tenemos y aquello que tanto queremos.
Mientras haya vida y razones para vivir, la corriente adversa no debe ser un pretexto para detener la marcha o abandonar la carrera, al contrario, debe ser un estímulo para continuar y jamás rendirnos.