Tratar de mantener los recuerdos de situaciones positivas por encima de aquellos que no son tan agradables, muchas veces resulta muy difícil.
Sabemos que debemos hacerlo, por nuestro bien y por el bien de todos aquellos que nos rodean, en especial las personas que nos aman y a las que tanto amamos.
Es importante priorizar en nuestros corazones lo que en su momento nos hizo felices, nos dio paz o nos llevó a sentir orgullosos de algún logro, en vez de lastimarnos de manera constante con los recuerdos amargos de algún momento doloroso.
Sin saberlo, de esta manera dejamos que ganen los recelos y la tristeza. Colocamos en primer lugar el dolor y el resentimiento y derrotamos el optimismo, la felicidad y el perdón, además de cerrarnos el paso e impedirnos seguir adelante.
Es lo mismo, cuando una persona decide no volver a intentar ser feliz con alguien más, porque en el pasado, otra persona traicionó su confianza y su amor.
No sabemos cuando decidimos permitir que el dolor venciera a la felicidad, pero el caso es que lo permitimos y nos hemos acostumbrado. No hacemos nada para cambiarlo.
Sin proponérselo, las personas continúan sufriendo por un dolor, que el tiempo debe ir ayudando a mitigar, pero somos nosotros quienes no permitimos que ese dolor calme.
Es nuestro afán por no olvidar, hacemos eterna la amargura, le damos fuerza a todo aquello que nos lastima y eso nos endurece el alma, nos vuelve fríos y despierta un deseo de venganza, que nos lleva a cometer los actos más reprochables.
Somos culpables de dejar en nuestras vidas un espacio amplio para el sufrimiento y los resentimientos, para el rencor y el dolor y solo un pequeño rincón para la gratitud, los buenos recuerdos y esas cosas tan escasas como maravillosas que solo ocurren una vez, o aquellas que forman parte de nuestro diario vivir, que pasamos inadvertidas y que solo aquilatamos cuando ya han dejado de ser.
Somos culpables de no poder perdonar de corazón y por la misma razón le hacemos muy difícil a los demás el podernos perdonar.
¿Cómo es posible que lo negativo, lo malo, aun cuando sea lo menos, sea lo que más nos marque, nos afecte y nos cambie?
Seguiremos siendo culpables, entonces, de sabotear nuestra paz y tranquilidad, seguiremos siendo la causa principal que nos impide alcanzar la felicidad.