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Desde hace casi tres décadas he estado desarrollando un amplio proceso de investigación sobre la música dominicana, muy especialmente sobre el merengue, valorando su gran aporte como elemento esencial de la dominicanidad y el papel patriótico que ha jugado en nuestro devenir histórico.

Como resultado de ese proceso, el pasado miércoles 27 fue puesto en circulación el libro “La historia del merengue: Orígenes, etapas y líderes”, una publicación donde sistematizo mis conclusiones sobre nuestro ritmo. La publicación del libro fue patrocinada por la Asociación de Cronistas de Arte (ACROARTE) y el canal Señales TV, y se realizó como parte de la celebración del Día Nacional del Merengue. Agradezco a la presidenta de ACROARTE, Wanda Sánchez, y a toda la directiva de ese gremio de profesionales, del que soy miembro, por haber confiado en nosotros.

Uno de los principales aspectos que destacó en el libro es el aporte patriótico del merengue en la historia dominicana. Más que una simple música, un baile o un producto comercial para gozar y disfrutar, el merengue es sinónimo de patriotismo e identidad dominicana. El merengue ha estado presente de manera directa e indirecta en todos los procesos históricos importantes que ha vivido nuestra nación.

Somos un pueblo lleno de heroísmo, lucha, entrega, sacrificio pero también de mucha música, de mucho merengue.

Esa presencia importante del merengue en la historia dominicana, le permitió romper el cerco social que le tendieron las clases dominantes desde sus inicios y recorrer una ruta permanente de éxitos y penetración en las grandes masas del pueblo, hasta alcanzar la categoría de ritmo nacional e internacional sin perder su esencia como el género más popular de la nación. Eso de por si es una proeza patriótica pues, desde hace mucho tiempo, la patria dominicana es sinónimo de merengue.

El sentido patriótico del merengue se observa desde sus propios orígenes, pues si bien es cierto que no existe una fecha exacta ni un acontecimiento especifico que pueda determinar con exactitud el inicio del merengue, no es menos cierto que una de las versiones que pretenden explicar su nacimiento se refiere a un hecho patriótico de gran significación en la lucha por la independencia.

El merengue jugó un importante papel patriótico en medio de la intervención militar estadounidense de 1916. De igual manera durante la época trujilista, a pesar de que el tirano lo usó para reforzar su dictadura. Con Trujillo el merengue pasó de repente de ser un muchacho callejero de los barrios pobres a ser un gentleman, con saco y corbata, exhibiéndose con donaire en todos los sitios del país.

A raíz ajusticiamiento del dictador Trujillo, en mayo de 1961, y con el posterior desmoronamiento del régimen que le servía de soporte, el merengue vivió una difícil situación. En ese momento surge la figura de Johnny Ventura quien adapta el ritmo a los nuevos tiempos y a las nuevas circunstancias, preservando su existencia permanente. Con Johnny el merengue empieza nuevamente a jugar un rol patriótico.

A finales de la década de los setenta, un fenómeno musical foráneo arrastra a la juventud dominicana, encarnado en parte por Jhon Travolta, Los Bee Gees y Michael Jackson. En ese momento surge otro líder merenguero que teniendo el ritmo nacional como vanguardia, va a enfrentar con éxito esta penetración fortalecido con el adelanto de los medios de comunicación. Se trata de Wilfrido Vargas, que vendría a consolidar la presencia del merengue.

A mediados de la década de los 80 entra en escena Juan Luis Guerra, que vendrá a significar una transformación radical del merengue y que llevara este ritmo a consolidarse como una música internacional. Con Juan Luis el valor de la patria, del merengue y el orgullo dominicano alcanzan dimensión universal.

Sin embargo, uno de los más grandes aportes patrióticos del merengue está en haber mantenido unido a la patria dominicana a millones de integrantes de nuestra población que emigraron a otras latitudes en búsqueda de mejores condiciones de vida, pero que jamás han olvidado que tienen una música que los identifica, los enorgullece y hace que no olviden jamás el suelo donde nacieron ellos o sus padres.

El merengue estuvo presente en el inicio de la República, en la Restauración, en las luchas de finales del siglo XIX, en la primera intervención militar de Estados Unidos, durante el Trujillato, en el período de democratización de la nación y en la gran comunidad de compatriotas que viven en otras naciones; en todos esos procesos aportando un sentido patriótico con su ritmo, su alegría y su esperanza. Y es que el merengue siempre será la patria dominicana cantada con dignidad, con decoro y con orgullo.

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