Estamos en la semana más trascendental para todos los cristianos, el sacrificio de Jesús para la salvación de todos.
Pensaríamos que ya para estos días la calma reinaría entre todos los que tenemos fe, el perdón sería la forma de actuar, el comedimiento en las acciones y palabras.
Desgraciadamente, es todo lo contrario. El aire político es rancio, las divisiones, los insultos, las presiones de todos lados parecería que será la forma de cambiar la meditación por la agresión en esta Semana Santa.
¿A qué se debe esta actitud en nuestros partidos políticos? Ambición, malquerencias, el olvido de lo que es un sistema democrático donde se debaten las ideas y no se impone el criterio de una facción u otra.
El gran amigo Huchi Lora, frente a las declaraciones del presidente del senado preguntaba ¿dónde está la opinión del empresariado?
Creo que el empresariado está sorprendido de la actitud de los políticos o entrampado en un callejón, donde si se expresa de cualquier manera se le tilda que está a favor de una facción o de otra.
Muchos se preguntarán ¿si a un juez se le presiona por un fallo, que no sería a un empresario que opine, a lo que unos entiendan está a favor de un grupo o de otro? En una sociedad, y en la nuestra, que existe la libertad de expresión, tocar un tema no es estar a favor de las posiciones de un partido o un candidato, mucho más si se hace con el deseo de que se fortalezcan las instituciones y los propios partidos políticos.
Muchos políticos dicen que los empresarios no debemos opinar. Tenemos el mismo derecho, no porque paguemos impuestos, simplemente porque somos como cualquier otro grupo parte de la sociedad.
Un país puede tener niveles de crecimiento importante, y si no existe paz política, un clima de entendimiento entre los líderes de nuestro s partidos, podemos caer en una crisis como lo sucedido en algunos de los países de la región. Peña Gómez (EPD) decía que la paz tenía un precio, pero estoy seguro de que no aceptaría que ese precio fuera a cambio de instituciones débiles.
La semana pasada oí el sermón del hijo prodigo. Pensaba en el país como el padre de aquel hijo que cobró su herencia y la gastó en fiestas y parrandas. Pasando hambre pensaba en lo bien que vivían los siervos de su padre y decidió retornar a la casa paterna. El padre feliz de ver el hijo llegar manda matar el cordero más cebado y hace una gran fiesta.
¿Sería posible que lo mismo suceda con nuestros políticos? Que regresen como el hijo prodigo a la casa de la sensatez, de la humildad, de la coherencia y del respeto.
Recordando las siete palabras que pronunció Jesús en la cruz y que mañana serán leídas en todas las iglesias y que son tan apropiadas para recordar lo que significa esta semana, me atrevo a recordar las mismas con un paralelo de nuestra nación.
¿Tendremos que pedir perdón al Padre por aquellos que no saben lo que hacen? Porque sin duda no podemos decir que estamos en el paraíso, todo lo contrario, las tensiones nos llevan a la conclusión de que estamos en un cuadrilátero de boxeo y tampoco creemos que muchos no sepan lo que hacen.
Cuando Jesús dice, “mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre”, que bien sería pensar que somos hermanos bajo un mismo cielo que buscamos fines comunes, que los hijos pobres de esas madres esperan soluciones y no divisiones, esperan que puedan salir de su miseria y sin embargo, nos olvidamos de ellos porque creemos que el lujo y la comodidad es un fin que nos lleva a la felicidad.
Esta cuarta palabra es tan profunda, Jesús dice “porque me has abandonado”. ¿No será esto semejante a lo que pasa con nuestros políticos? Han abandonado principios, han abandonado el trabajar por los demás, han abandonado la justicia, han abandonado la verdad, han abandonado una palabra sincera de aliento. Aclaro, no todos; existen verdaderos ejemplos de entrega a sus comunidades, a sus electores.
“Tengo sed”. Cuántos no tenemos sed de una convivencia, de respeto a las leyes, de mayor seguridad, sed por un tránsito ordenado, sed por el respeto a las normas municipales, sed porque todos paguemos impuestos, sed porque se castigue el manejo inadecuado de los recursos del Estado, sed de que un funcionario se olvide que ha llegado para ser servidor y no para servirse.
“Todo está consumado”. Espero que cuando podamos decir lo mismo es porque tenemos un mejor país, respetamos las mujeres, apoyamos las obras que van a servir a los que menos tienen, convertimos la sociedad en una más equilibrada y con menos pobreza.
“Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Si pensamos con esta palabra en las elecciones del próximo año, me preguntaría ¿en quién encomiendo la paz, el crecimiento, el orden y el respeto?
Termino con estas palabras del Papa Francisco I, “piensa que las lágrimas son la única respuesta válida al dolor de los demás. Es su modo de denunciar la globalización de la indiferencia”.
“Los invito a que cada uno se pregunte: ¿yo aprendí a llorar? ¿A llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por la sociedad como esclavo? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de quien llora porque quería algo más?
¡Feliz Semana Santa!