Hay palabras de médicos que curan y otras que, definitivamente, terminan con la esperanza de poder recuperarse de un paciente. Palabras que sanan y otras que matan.

Así como hay médicos, en República Dominicana, que se entregan y que prácticamente dan la vida por los pacientes, como es el caso del reconocido médico de nuestro país, Antonio Cruz Jiminián, de César Beras, Rafael Sánchez Cárdenas, Enriquillo Matos, José Joaquín Puello, Julio César Castro, José Miguel Canaán, Martín Suero, Lorenzo Brea y miles de médicos más que nos faltaría espacio para nombrarlos, hay otros que se equivocaron de profesión.

¿Cómo es posible que a un paciente enfermo del corazón usted como profesional de la medicina le va a decir que ya ese corazón está inservible y que solo mejoraría cambiándolo por otro? “Mire a ver si usted se va a Estados Unidos o a España para que le saquen ese corazón y le coloquen uno nuevo”, le dijo el reconocido cardiólogo a un pobre paciente que solo tiene el seguro subsidiado del Estado. Habría que ver qué dice la Sociedad Dominicana de Cardiología al tener en su membresía a un doctor así.

Es una burla de un médico que tiene más de 20 años actuando de esa manera y quién sabe las personas que han fallecido por esa actitud poco ética que tiene ese cardiólogo de hablar “francamente”, con los pacientes y no con los familiares de éstos. El solo hecho de un paciente deprimirse al pensar en su situación de salud lo lleva a hacer más grave la enfermedad que pueda tener, en este caso el corazón grande, como le llama comúnmente la gente, cuyos medicamentos son de Alto Costo.

Según datos de la revista Caribbean Health Travel Magazine, 2017-2019, en nuestro país hay una prevalencia de hipertensión arterial de un 32%, y de esa cantidad apenas hay medicados cerca de un 60% con un tratamiento adecuado y con el debido control.

Todos los años mueren 1.6 millones de personas por enfermedades cardiovasculares tan solo en la región de Las Américas y de esa cantidad cerca de medio millón son personas menores de 70 años, por lo cual se considera una muerte prematura y evitable.

Además, unos 250 millones de personas padecen presión alta en Las Américas, de acuerdo a datos del Seguro Nacional de Salud (Senasa), en su portal.

La alimentación influye para que los pacientes mantengan en buen estado su corazón y dentro de las recomendaciones a los hipertensos están consumir muchas verduras, productos lácteos sin grasa o bajos en grasas, frutas, granos enteros, semillas, legumbres, aceites vegetales y nueces. Comer pescado, carnes magras y de aves.

Los hipertensos también deben reducir la carne roja, sal, los dulces y además las bebidas azucaradas y mantener control de su peso, de acuerdo a los expertos en temas cardíacos.

La profesión del médico es tan sagrada como la de un sacerdote. Trabajan con igual devoción y entrega, algunos. Sin embargo, el dinero y el interés material han hecho que muchas personas dedicadas a la medicina se olviden del famoso juramento hipocrático y en el caso de los cardiólogos, que se olviden de que también ellos tienen corazón.

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