Somos muchos los que escribimos del tema haitiano. No podemos descuidarnos, Haití es un territorio que ya no es una nación, las bandas se han adueñado de esta parte occidental de la isla donde roban, asesinan, violan y trafican con droga.
La comunidad internacional le ha dado la espalda. Francia no exculpa sus pecados y ahora tenemos al comisionado Volker Turk, que de nuevo pretende detengamos las repatriaciones y nos convirtamos en un país bisagra de Haití, heredando su caos y su desorden generado por la clase política, empresarial y civil que no han sabido ponerse de acuerdo para encauzar el país que se han robado desde tiempo inmemoriales.
Intelectuales haitianos pretenden decir que existe odio de los dominicanos hacia los haitianos y para eso se basan en el atroz asesinato de haitianos en 1937 por el sátrapa Trujillo, quien hizo exactamente lo mismo con nosotros por treinta años.
De acuerdo con Berthrude Albert, debemos agradecer a Toussaint Louverture, uno de los padres fundadores de Haití, la abolición de la esclavitud en nuestro país. Dice que cuando la invasión de 1822 nosotros no existíamos como nación, sin tomar en cuenta que el propósito fue cobrarnos los impuestos que Francia les cobraba por haberse declarado independientes de esta.
Parecería que debemos agradecer habernos ocupado por veintidos largos años, haber saqueado nuestras arcas y violado a nuestras mujeres. Pronto nos pedirán quitar a Duarte como padre de la patria por Louverture.
A diferencia de los haitianos que dan conferencias, negocios fuera de Haití, nosotros por años, empresarios, intelectuales, sindicalistas y políticos hemos logrado zanjar nuestras diferencias y hemos logrado llevar el país a niveles de desarrollo para convertirnos en el ejemplo de la región.
Cuando el terremoto del 2010, que causó graves daños a nuestros vecinos, perdieron la oportunidad no sólo de reconstruir sus infraestructuras, debieron afianzar sus instituciones. Pero toda la ayuda internacional de poco sirvió porque se fue en corrupción, en organizaciones no gubernamentales, empresarios y políticos que sacaron provecho de la desgracia de sus conciudadanos.
Un artículo escrito por César Niño, con el título “El poder criminal y el hambre como instrumento de gobierno”, dice que cerca de doscientos grupos criminales operan en la capital de Haití, que tiene un millón de habitantes. Dice, con mucha razón, que mientras la criminalidad de las bandas llama la atención internacional, es poco lo que se hace para paliar la increíble inseguridad alimentaria. Que existe una soberanía criminal que ha establecido una red de gobierno basada en la violencia, el caos y la corrupción.
Mientras, muchos haitianos desde fuera como la doctora Albert, con su interés matizado, porque qué bueno es hablar de la comodidad de un país que le da seguridad, querer que la irresponsabilidad de las élites haitianas que han sido parte de la corrupción, en un país donde las aduanas desde hace muchos años las controlan mafias políticas, militares y empresariales, es no querer ver la realidad.
Olvidar que cargamos un peso económico como ninguna otra nación y pretender decir que rechazamos a los haitianos por su color es querer decir que todos los dominicanos son blancos.
El problema es tener que pagar más del 30% de nuestro presupuesto de salud en las parturientas haitianas que reciben tratamientos gratis en nuestros hospitales. El problema es una mano de obra que desplaza a la nuestra, pero peor aún, tenemos el riesgo de una masiva inmigración fruto del hambre y la violencia que a la comunidad internacional no le interesa ver.
Pedir campamentos de emergencia en la frontera de forma temporal sería entregar territorio dominicano a perpetuidad, porque Haití tiene muchos años de crisis y como vemos las cosas, hablando y dando la espalda como lo hace la comunidad internacional, empezando por Estados Unidos y Francia, no es el camino correcto.
Hagan lo que hemos hecho los dominicanos, hemos logrado conciliar nuestras diferencias para enrumbar a un país, que con sus altas y bajas, a tener estabilidad política y económica. Las encuestas, y una que acabo de ver, dicen que el 55% de los dominicanos entiende que su situación económica está mejor.
Para que las redes no me acaben diciendo que la economía va mal, sólo les propongo que vayan a las plazas, a los restaurantes y a los destinos de playa o montaña, para que vean que ya no es un puñado que puede tener esos lujos, que tenemos una clase media pujante; y retos de resolver con la pobreza en que aún vive parte de nuestra población.
En los años cincuenta Haití tenía un producto interno bruto mayor que el nuestro, sería bueno que estos intelectuales haitianos hagan una tesis del porqué del fracaso, pero tengan claro en sus conclusiones que no somos responsables, no nos pueden culpar de racistas porque tendríamos que devolverle el más de 1.5 millones de haitianos que viven en nuestro país.
Tengan seguro que exigiremos se mantengan las deportaciones y que sean otros con economías poderosas los que busquen la solución de su enorme crisis junto a esa élite que debe venir a Haití y dejar la comodidad en que viven, para que trabajen en buscar un mejor futuro.