No sé si ella o su equipo de estrategas no visualizaron, con detenimiento y lectura correcta, que la coyuntura actual y el proceso de consulta de su partido eran dos puntos de inflexión no favorables a sus aspiraciones a pesar de que, en algún momento, estuvo, en término de posicionamiento y valoración, por encima de los expresidentes y líderes: Leonel Fernández y Danilo Medina. Sin embargo, de cara a la recién celebrada consulta salió con rezago y cuando ya el proceso interno, prácticamente, se había de alguna forma polarizado entre Abel Martínez y Francisco Domínguez Brito, por más que ciertas “mediciones” de la secreta, adrede-saña, o para consumo de campaña -de algún crédito, aunque erreda- se empeñaron en obviar e invisibilizar al que terminó en segundo lugar.
Varios factores, en nuestra opinión, auguraban los resultados de la ex vicepresidenta: a) arrancó tarde, b) su figura adolecía de cierta merma de posicionamiento o de sobreexposición pública, c) de alguna forma se le sumaban parte de las ondas expansivas de los ataques y acorralamientos a la pasada administración (2012-2020); y d) su momento político-electoral, de posibilidades reales, era en 2020 cuando, se dice, Danilo Medina la propuso para evitar la ruptura 2019.
No obstante, y a pesar de no ser favorecida en esta coyuntura, le queda la del 2028 o 2032, pues es seguro de que, si Abel Martínez gana -como podría suceder (o la reelección se impone)-, ella, si se mantiene activa y con una corriente interna-externa, podría ser la figura adecuada y experimentada para lograr su ascenso al poder -a menos que no surja un fenómeno político en el PLD o un outsider-, pues, es una figura presidenciable y le cabe, como ha reiterado Danilo Medina, que el trabajo político no se pierde sino que se acumula.
Desde esas perspectivas, conviene a Margarita Cedeño ser actora de primera línea en el venidero proceso electoral de cara al 2024; sin descartar, y su partido lo demanda, ser parte de la boleta eleccionaria del PLD para agregar y sumar mayoría a la candidatura de su compañero de partido y reafirmar su posicionamiento político-electoral e ir perfilando -culturalmente- el relevo en una mujer que sería la primera en ocupar la primera magistratura en nuestra historia.
Ahora resta, en el PLD, armar la carpintería interna de campaña, la oferta programática, hacer oposición dura y directa, defenderse de ataques anunciados; y luego, procurar alianzas -frentes, bloques o coaliciones, sin comprometer encabezarla-. Y por último, en esta fase, es sumamente estratégico que la oposición no se ataque mutuamente porque eso facilita el interés supremo del partido de gobierno: la reelección de su candidato.
Y para el subdesarrollo político -¿o machismo político-cultural?- que campea en casi todo el litoral político: en política no se estila aquello del “cordón umbilical”, y más cuando se habla de dos carreras políticas y libertad de preferencias políticas-ideológicas aún en las parejas…(“cada cabeza es un mundo”, y nadie debería ser la continuación o eunuco de otro)