En 2014 o 2015, no preciso, escribí un artículo donde exponía que, por una serie de razones, el que seguía -PLD-, por orden de precedencia presidencial y otrora liderazgo, era Jaime David Fernández Mirabal, pero este no daba señal de interés alguno; y, en consecuencia, ponía el ejemplo -gráfico-extraño- del que procuraba algo y curiosamente no lo busca. En la misma línea, pero cambiando de género y liderazgo, escribí otro que no publiqué: La que sigue en el PLD…
La Historia ya está escrita al respecto; sin embargo, Margarita Cedeño siguió creciendo en la construcción de un liderazgo, diríamos contracorriente, pues se sabe que, en algún momento -2019-, pudo ser opción real en una coyuntura crítica y antesala para evitar una ruptura-salida, pero una fijación-ego dinamitó los puentes rotos y prefirió reeditar al Salvador Jorge Blanco de 1986. Eso, también, es Historia.
Sabemos de lo arraigado que esta la cultura machista-caudillista en los partidos políticos en nuestro país y los obstáculos que tienen que sortear las mujeres para abrirse espacio y liderazgo en un entramado sociopolítico-cultural semejante; pero, diga lo que se diga, las mujeres se han ganado, con esfuerzo y esmero, un sitial activo y protagónico en vida política, profesional, económica y de respetable competencia en todos los ámbitos de la vida nacional. Se lo han ganado a pulso, muchas veces a contrapelo de políticas públicas y legislaciones sobre igualdad de género.
En nuestra sociedad somos, como expresión consciente-subconsciente de la cultura machista-patriarcal, propensos a ver normal lo que los hombres, en su vida pública o privada, hacen, aunque sepamos que riña con la moral o la ética. Mientras que a las mujeres las queremos medir con una vara altísima y a un costo casi imperdonable. Hasta en eso, la equidad de género se quiebra por una doble moral también machista-patriarcal que, gracias a Dios, va cediendo.
Lógicamente, no podemos obviar la ignominiosa tasa de feminicidios -en el contexto regional- básicamente por instrumentalización histórica-cultural del machismo-patriarcal (mujer-propiedad), “débil respuesta sociedad y Estado…”, currículo educativo deficitario en materia de moral y cívica, énfasis en respeto sagrado a la vida, marginalidad social y tabú al tratamiento, primario o especializado, sobre patología de la conducta humana que, unido a baja escolaridad y patrones socio-culturales aprendidos de violencia de género e intrafamiliar conspiran para encarar el fenómeno desde una visión más holística y de prevención-sanción temprana.
Por todo ello, Margarita Cedeño -exvicepresidenta- merece un renglón aparte, pues, ha sabido superarse, abrirse espacio, construir un liderazgo; y encima y a cualquier precio, defender su identidad partidaria y airear sus ideas. Me imagino que le habrá costado, pero ¿a cuál mujer no?