Fernando Savater, en “Malos y Malditos”, nos invita a la lectura. Nos habla del arte de contar historias, nos habla de los inicios de la literatura, posiblemente, con un grupo de hombres y mujeres “acuclillados en torno a un fuego mientras alguien cuenta una historia”. Y es cierto, la literatura, como todo, o como casi todo, empezó siendo oral. Comenzó narrando aventuras que hacían contener la respiración de los oyentes. Y la primera gran aventura de nuestra literatura es La Odisea y nuestro primer narrador y también nuestro primer poeta, es Homero.

“La Odisea -dice Savater- es una magnífica novela de aventuras, la primera de todas y la que ha tenido más imitadores”. Y prosigue: “Si la lees te encontrarás zarandeado por tempestades y naufragios, verás aparecer monstruos implacables, serás hechizado por brujerías, sabrás cómo un rey tuvo que disfrazarse de mendigo para recuperar su trono, cómo la flecha de un arco formidable se clavó en el corazón de la verdad y cómo un viejo perro ciego fue capaz de ver lo que nadie veía”. Sin dudas, una gran motivación para leer.

Y nos habla de Tarzán y su descubrimiento de lo que hace humano al hombre: “El respeto por los demás, el no hacer daño a nadie a sabiendas”. Y toca, obviamente, al Quijote. Nos presenta al bachiller Sansón Carrasco como un malo “lleno de buena intención”, pues quiere ayudar a don Alonso Quijano a curarse de su “locura”. Aunque el bachiller sienta “cierta simpatía por el ideal de la caballería andante: ir por el mundo ayudando a los débiles, arreglando injusticias y salvando a las princesas que han tenido la mala suerte de ser raptadas por algún malvado brujo”. Sin embargo, con su ideal de justicia y su determinación de luchar por lo que considera correcto y de “ayudar a quienes ve en peligro aunque todo el mundo se ría de él”, don Quijote no necesita médico para curarse, “sino compañeros que le imiten”. Y en su tarea de arreglar entuertos, aunque es viejo y débil de cuerpo, don Quijote tiene fuerte, que es lo que importa: “A don Quijote le derriban muchas veces de su caballo, pero nadie logra descabalgarle nunca de sus ideales”. Es decir, debemos insistir en la bondad.

Y nos habla, también, de “Rebelión en la Granja” de Orwell y del cerdo Napoleón, y de los peligros del poder totalitario, para advertirnos que debemos estar en constante alerta frente al poder.

Y nos habla de “la criatura” de Mary Shelley, terminando su breve ensayo con esta frase que manifiesta palmariamente una gran verdad: “Antes de llamar malo a otro tenemos que intentar comprender sus circunstancias. ¿Acaso tenemos derecho a exigir que alguien sea bueno cuando no se le respeta ni se le quiere, cuando todos le huyen o le persiguen, cuando ninguno intenta remediar su desamparo?”. Y concluye: “Nadie puede portarse humanamente si no le tratamos con humanidad: cualquiera al que los demás apartan como si fuera un monstruo terminará siendo un auténtico monstruo”.
¡A leer a Savater!

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