Cuando vemos que el procurador Jean Alain Rodríguez le falta el respeto a toda la sociedad, defendiendo sus violaciones al Reglamento del Consejo Nacional de la Magistratura.
Al restregarnos a todos en la cara el poder que tiene para violentar y seguir violentando el debido proceso, piedra angular de la adecuada administración de justicia.
Al confirmarse que hizo un acuerdo con el Consejo, e irse a unos pocos pasos hasta la Sala de Prensa presidencial a expresar consideraciones contradictorias con lo acordado.
Cuando la sociedad asiste impotente a tal vacío de autoridad, ausencia de la solemnidad del Estado, tenemos que preguntar cómo hemos caído tan bajo en términos institucionales.
La respuesta es clara y contundente.
El Partido de la Liberación Dominicana, que ha gobernado el país en 18 de los últimos 22 años llegó al poder con la estrategia de someter a sus designios a todos los poderes e instancias estatales, anulando desde el Ejecutivo los roles del Congreso, cuyas funciones fundamentales son servir de contrapeso y equilibrio al gobierno, y al Poder Judicial, que debe evitar los abusos de los poderes político y económico.
El control mayoritario de la Cámara de Diputados, por ejemplo, le ha permitido al PLD rechazar la solitud de interpelación del Procurador, elevada por el bloque del PRM. No les importó si el Procurador violó o no la normativa, pues con el control absoluto del Estado se permiten desconocer la Constitución y las leyes, y hacer lo que les venga en ganas.
También los gobiernos del PLD han controlado mediante el poder económico que les da el manejo de los recursos estatales, la “elección” de la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, vale decir el poder electoral.
Y también la “elección” de la Cámara de Cuentas, llamada a fiscalizar el uso transparente y honesto del dinero público, pero que maneja el Gobierno a discreción.
Sólo el Tribunal Constitucional, y sostienen algunos que por ser parte de las contradicciones que se dan en el PLD, hace visajes de relativa independencia.
La condición del Estado como primer anunciante y socio comercial del país ha llevado al PLD a usar su manejo como un medio para controlar al liderazgo o la dirigencia de lo que Balaguer llamaba “las fuerzas vivas de la Nación”, que desde la vida privada, del empresariado, las iglesias y la prensa, tomaban distancia de los desbarres de los gobiernos.
Este desastre en que ha devenido la evaluación de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, este vacío de autoridad y falta de sentido republicano que vemos se origina precisamente en la gula de poder y control totalitario que ejerce el PLD sobre la sociedad.
Estos lodos del CNM vienen de los polvos que regó el expresidente Leonel Fernández, el PLD, cuando en la Constitución de 2010 incluyó como miembro del Consejo a un funcionario político, como el Procurador, lo cual aumentó el poder discrecional del Poder Ejecutivo para controlar el sistema judicial.