La calidad de la educación superior y la elevación continua y progresiva de la misma no ocurre, si las propias instituciones y sus integrantes, a todos los niveles, no asumen que esta depende en una alta proporción de la mejora de los procesos de aprendizajes.
En el camino de alcanzar ese propósito existen dos cuestiones que son fundamentales: una, la calidad del profesorado y, la otra, los recursos de aprendizajes de que dispongan para desarrollar una labor educativa que se corresponda con las necesidades del país en el contexto global.
Cada vez hay una mayor conciencia de que la calidad de la educación está íntimamente vinculada a los maestros y maestras, y aún más en esta sociedad global del conocimiento y el cambio permanente, en la que la sola transmisión y socialización de informaciones son insuficientes para formar el talento humano con las competencias que demanda el siglo XXI. Esto significa que quienes ejercemos como profesores, en cualquier nivel y modelo educativo, debemos aprender continuamente y actualizar lo aprendido para realizar nuestra labor de manera fundamentada, pertinente e innovadora.
Ahora bien, la buena enseñanza implica no solo un profesorado de calidad, sino contar también con tutores, asesores y guías para la realización de los trabajos que deben llevar a cabo los estudiantes; dedicando tiempo a la organización, orientación, apoyo y desarrollo del aprendizaje.
Aquí nos parece pertinente extrapolar al escenario de la educación superior las conclusiones del Informe McKinsey (2008): “La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes. La única manera de mejorar los resultados de la educación es mejorando la enseñanza. Solo es posible lograr altos niveles de esos resultados asegurando que la docencia que ofrecen las instituciones educativas sea de calidad para todos los estudiantes”.
Por esas razones, entre otras, el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología ha elaborado una propuesta para la creación del Subsistema Dominicano para el Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior, con la participación de académicos y directivos de las Instituciones de Educación Superior. Esta propuesta articula mecanismos y procesos regulatorios y no regulatorios, a través de normativas, estándares, instrumentos y protocolos, que contribuyan a que las instituciones y sus ofertas programáticas alcancen y mantengan los niveles de calidad requeridos, en un mundo globalizado e interconectado.
Estamos convencidos de que, en la educación superior de estos tiempos, los sistemas de aseguramiento de la calidad, en los cuales se destacan las acciones de autoevaluación y la verificación de los resultados deseados a cargo de pares externos, es la estrategia por excelencia para organizar una relación sinérgica entre las instituciones de educación superior y el Estado, en relación a la responsabilidad común de las instituciones formadoras, los procesos que se realizan y los resultados que se obtienen.
Además, tal como ya lo han hecho otros países de las diferentes regiones del mundo, la creación del Subsistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior Dominicana debe ser la respuesta idónea frente al fenómeno de la ampliación y diferenciación de las plataformas y modelos institucionales de la educación superior, el crecimiento de la matrícula estudiantil con características muy diversas, la necesidad de favorecer la circulación de las personas (estudiantes, profesores y otros profesionales) a nivel global, así como la internacionalización y el reconocimiento mutuo de grados y títulos.
Estamos seguros de que en estos próximos años avanzaremos de manera firme hacia la consecución de metas comunes relativas a la mejora de la calidad de la educación superior en nuestro país. Sin embargo, la calidad del profesorado y los recursos de aprendizajes son vitales para lograr egresar a los profesionales con la calidad que demanda la República Dominicana en este mundo exigente y competitivo.