Hace más de 60 años el estudioso del rol de los medios en la interconexión humana, Marshal McLuhan, adelantó que el poder de la comunicación social y el desarrollo del conocimiento convertirían al mundo en una aldea global.
Hoy, a casi 10,000 kilómetros de distancia, los habitantes de República Dominicana, como los de cualquier otra zona del globo terráqueo, pueden presenciar como invitados de primera fila toda la devastación física y humana que está causando la invasión rusa en Ucrania.

Cuando McLuhan expuso su visionaria apuesta no existían teléfonos ni televisores inteligentes, ni las que hoy conocemos como redes de internet.

Hoy, desde los teléfonos móviles o en la televisión casera podemos ver por los noticiarios televisivos y periódicos digitales, cómo zonas residenciales, locales públicos y todo tipo de recintos civiles son devastados por los misiles y la artillería rusa.

Vemos también cómo a la vuelta de unas pocas semanas el fantasma de la guerra ha obligado a los civiles que pueden hacerlo, a abandonar sus hogares y puestos de trabajo, “a dejarlo todo”, sin saber cuándo podrán retornar a su vida anterior.

Unicef cita que más de tres millones de personas han huido de Ucrania desde que comenzó la invasión y que cada segundo un niño ucraniano se convierte en refugiado de la guerra.

Los públicos de todo el mundo están presenciando conmovidos la inconmensurable tragedia humana que deja la guerra a su paso, destruyendo a cada momento lo que hace días eran vidas cotidianas enlazadas por el amor, la convivencia pacífica y el espíritu constructivo de un pueblo que tanto ha luchado por su derecho a vivir en paz y libertad.

Presenciamos también la indignación de la opinión pública mundial, las protestas de los pueblos y voces tan respetadas como la del papa Francisco clamar que cesen ya los ataques que destruyen tantas vidas, y bienes.

Aunque aparentemente a Rusia no le importen las sanciones económicas del resto de Europa y de Estados Unidos, ni la indignación de prácticamente todo el mundo, sea cual sea el saldo de esa invasión, la influencia mediática que a tanta distancia terrenal y temporal previó McLuhan, tendrá un impacto en el pulso que libran hoy los jefes del gobierno ruso.

Sobre todo cuando en la mente de la gente de estos tiempos no existe justificación para los horrores que causan las guerras imperiales, ni derecho de país alguno a provocar situaciones que desestabilicen la economía que sustenta la sobrevivencia, estabilidad y desarrollo de todos los pueblos del mundo, incluido el ruso.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas