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Hoy precisamente es Día de Reyes, tradición cristiana que tiene base en los inicios de la religión, con el nacimiento del niño-Dios. En la Biblia solo hay una referencia, Mateo 2:1-12: “Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo”. En Mateo 1-24: “Una brillante estrella guió a los magos desde Oriente hasta detenerse ‘sobre el lugar donde se encontraba el niño’ y al entrar a la casa, vieron al niño con María, su madre”. No se menciona cuántos eran, ni sus nombres. El hecho de indicar que eran “magos” tiene una connotación diferente a lo que hoy le atribuimos. Hacía referencia a “sabios” con conocimientos de ciencias, y de astronomía, que venían de Oriente. En el Siglo II se definen como reyes, interpretando unos Salmos y en el Siglo III el Papa León I, decide que sean 3, coincidiendo con el número de regalos. El simbolismo de los regalos se explica: Oro, representaba la condición de Jesús, de Rey de los Judíos; el Incienso, la divinidad del niño y su condición de Hijo de Dios, y la Mirra, ungüento de una resina para preparar muertos, antes de enterrarlos, se refiere a la mortalidad de Jesús. Tres, relacionados con los principios cristianos de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Los nombres de los Reyes se definieron en el Siglo IV, aunque se oficializaron en el Siglo IX. Durante mucho tiempo las figuras eran 3 de la misma raza, pero ya en el Siglo XII se definieron como representantes del mundo conocido: Melchor de Persia; Gaspar de la India y Baltazar de Arabia. Es en el Siglo XV cuando se asume a Baltazar, de color negro, como de África. Podemos concluir que se trata de una tradición evolucionada. Es probable que lo de los regalos proceda de alguna fiesta pagana sustituida por la Epifanía (en su sentido etimológico, es un término religioso que significa “manifestación”) de los Reyes magos. A nosotros llega como tradición española traída a América por los conquistadores castellanos, evolucionada y con diferencias con la misma fiesta en otros países. Aquí vienen en camellos y “se ponen chiquiticos” para entrar a las casas por debajo de las puertas. A los que se portan bien: juguetes. A los de conducta mala: pupú de caballo. Se les “ponen” a los reyes y sus animales, bebidas alcohólicas, trago que bien aprovechan los padres, yerba para los camellos que había que “zancajear” en la capital, algunos les dejan 3 vasos de leche, dulces y cuando el cigarrillo era una moda, también. La competencia con el Niño Jesús y “Santicló” ha hecho que la tradición palidezca y solo los comerciantes en juguetes se afanan para dejar a los padres el bolsillo bien lesionado, después de la pela de Navidad y Año Nuevo. Los juguetes del 24 de diciembre rinden más que los del 6 de enero, porque las clases casi siempre se abren al día siguiente y hay menos tiempo para aprovecharlos.

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