Puerto Plata no tiene “suerte” con el movimiento sindical de su sector turismo, tampoco con sus “lideres” políticos. Históricamente esto es le ha creado graves problemas. Pero esta vez el protagonismo es de los “líderes sindicales”.
La última temporada brillante y ascendente del turismo en la costa Norte cerró en el año 2000 cuando su aeropuerto internacional recibió 785 mil turistas, registrando un impresionante crecimiento del 11.3%. ¿Es impresionante? ¡Sí! Desde 1988 al 2019 –un período de 32 años- sólo en 6 ocasiones nuestro país ha tenido un crecimiento por encima del 11% y Puerto Plata por igual ha tenido 6 años con ese logro (1988, 1989, 1992, 1993, 1995, y 2000).
A partir del 2000 hasta el 2011 transcurrieron 12 años de los cuales siete fueron de resultados negativos. En el 2012 las organizaciones sociales y turísticas comenzaron a reaccionar.
Entendieron que tenían la responsabilidad de cambiar la lógica del proceso y buscaron apoyo del Ministerio de Turismo, que respondió y comenzó a asumir la tarea activa que le correspondía.
En el período 2012- 2017 inició un proceso de recuperación. La llegada de turismo creció y se colocó en el 2016 por encima de los 400 mil turistas internacionales, aún una cifra muy lejana de los 785 mil de 16 años atrás.
Pero por diversas razones el 2018 se produjo una caída del 9% y en el 2019 se repitieron los números rojos con -4.4%. En los años 1990 al 2019 Puerto Plata pasó de representar el 33% de las llegadas de turistas internacionales al país, a solo el 7% en el 2018 y 2019. ¿Por qué?
Muchas cosas han pasado. Puerto Plata se unió para rescatar el mercado de cruceros que perdió en los años setenta por los desórdenes y la violencia escenificados por diferentes grupos, incluyendo los sindicalistas en el puerto.
En los años noventa volvieron los sindicalistas a reclamar la exclusividad, con acciones violentas, en el transporte de turistas desde los hoteles. También los políticos hicieron su parte provocando el deterioro del acueducto para controlar el suministro de agua en camiones a los hoteles de Playa Dorada.
En el 2019 el país fue afectado en el segundo semestre por la denuncias de supuestas muertes misteriosas en hoteles dominicanos, que finalmente resultaron una gran calumnia.
Perdimos 260 mil turistas y Puerto Plata fue afectada. El flujo turístico comenzó a recuperarse a partir de diciembre y en los meses enero-febrero, antes de destaparse la crisis del COVID-19, la caída de las llegadas al país fue de 95 mil turistas, un 9% menos comparado con estos meses del 2019. Pero Puerto Plata tuvo un mejor desempeño que el país al reportar sólo una reducción del -3.9%, comparado con el -15% de Punta Cana.
Pero Puerto Plata no tiene quien la quiera. Ahora los “sindicalistas” han mostrado disposición a armar una gran batalla contra Dominicanotel y Lifestyle (que suman 4,500 empleados, más que Playa Dorada el principal complejo turístico) reclamando el pago de bonificación alegando que estos hoteles tuvieron ganancias a pesar del conocido comportamiento adverso del 2018 y 2019.
Ahora Puerto Plata está por sumar la crisis de los sindicatos al huracán COVID-19, a pesar de que la Clínica Bournigal está logrando curar en un abrir y cerrar de ojos los enfermos del coronavirus, éxito suficiente, que divulgado por el mundo, puede asegurar fama mundial y un brillante amanecer a esta ciudad.
Puerto Plata merece mejor suerte y sindicalistas sensatos. Lo que puede hacer el doctor Jose Natalio Redondo en su clínica no es suficiente.