Cuando uno lee o escucha a los teóricos o nostálgicos bochistas de último cuño -se pueden contar con los dedeos de las manos, y sobran- que se han ido tras su líder, Leonel Fernández, aflora la pueril interrogante: qué hacían, esos impolutos bochistas, en un PLD de masas que, de golpe y porrazo –según ellos, “cumplió su misión histórica”; pero, que solo abandonaron cuando la maquinaria de zafra electoral -que sustituyó al partidos de cuadros- se engulló al que se creía invencible y no supo trasmutar la derrota, así fuera con una frase lapidaria o una limonada, como tocó, en el 2007, o más reciente, cuando, vía marchas, oposición rabiosa, piquetes y “defensa” de la Constitución, hubo de declinar someter una reforma constitucional -repostulación-habilitación- sin que viera venirse el mundo encima ni el ego al piso. Al contrario -el Presidente Danilo Medina-, propició el relevo político-generacional, en su partido, para la alternancia en el poder.
Estos golpes en el pecho, aspiraciones fallidas y teorías rosas que ahora afloran silvestre en voces de poetas, intelectuales irredentos -de libros-, tecnócratas y kamikazes mediáticos, cuasi denegando de su otrora paso por el poder, posiciones reguardadas allende los mares, “situados” extranjeros y La dolce Vita (privilegios partidarios), deja mucho que desear de nuestra pequeña burguesía.
Sera que no sabían que no estaban militando en el partido comunista chino, cubano; o tan siquiera, bajo la cobija de un liderazgo como el de Pepe Mujica, sino de uno –con el que yo, al menos, no me sentía mal, aunque no era el mío- neoliberal y con la contradicción histórica-conceptual de tener, entre sus líderes, a Marino Vinicio Castillo Rodríguez -alias Vincho- trujillista-balaguerista y defensor protagónico de aquel “Fallo histórico” de 1978.
Entonces, de dónde tantas quejas y bullas para irse o, escribir sus críticas reprimidas, que ahora azucaran para librarlo de las responsabilidades –suyas también- de la “degradación” del partido que hoy denuncian obviando que el líder que siguen y acompañan lleva en sus costillas la alforja de casi quince años de presidencia del “aparato” que, en sus opiniones, ya “cumplió su misión histórica”. ¡Vaya crítica mostrenca y bizca!
Finamente, da risa y deleite, repito, leerlos o escucharlos, a esos bochistas impolutos, despotricando sobre el “aparato” que acaban de abandonar (el PLD). Pero, por Dios, díganle algo al líder que los mantuvo -¿obligados, retenidos o castrados?- tantos años en ese partido cuando todos sabíamos que, de partido de izquierda pasamos, bajo su presidencia, a partido cuasi de centroderecha, y, como algo nuevo y sintomático, una jerarquía que, justamente, ahora -con Temístocles Montás- comienza a ver el todo orgánico como debió ser hace tiempo. ¡Enhorabuena!