El mundo occidental formó su civilización bajo la influencia de la religión cristiana. Reyes cristianos expulsaron a los musulmanes de su territorio, unieron sus reinos para tener más poder político, descubrieron y conquistaron América, incentivaron las artes y la cultura, y fomentaron las costumbres con las que nos criaron a esta y tantas otras generaciones: el culto los domingos, la educación en manos de sacerdotes y monjas, las bodas por la iglesia, las restricciones morales.
Europa y América están pintadas de cristianismo por doquier: en sus iglesias, en sus museos, en sus palacios, en sus hogares, en sus tradiciones… Incluso los que no practican o se declaran ateos, no pueden sustraerse de los valores culturales que el cristianismo impregnó en Occidente. Ni de sus buenas enseñanzas: el respeto al prójimo, el no codiciar los bienes ajenos, la importancia de la libertad y el trabajo, el sentido de dignidad, el valor del esfuerzo…
Y bajo esta influencia, y a pesar de episodios vergonzosos de abusos e inquisiciones, Occidente se convirtió en la zona más libre y próspera del planeta.
Hasta hace poco. Porque el nuevo mundo quiere desterrar al viejo. Y desechar al cristianismo, por considerarlo irracional, atrasado, excluyente. Hay grupos que quieren incluso reescribir la historia, para que esta se ajuste mejor a sus dogmas en contra de las tradiciones cristianas.
Entonces con el mismo fanatismo de los inquisidores de antaño, se pretende quitarle importancia a Jesucristo y sus enseñanzas, para adorar nuevos dioses o “causas” que dan sentido a la vida: salvar el planeta, defender a la mujer del “macho opresor” y al negro del “malvado blanco”, promover la agenda de género, apoyar al hombre que quiere quedar embarazado, acoger a todo tipo de inmigrantes porque “hay que ser solidario”…
Y los defensores de todo esto se instalan en un pedestal de superioridad moral y arremeten con todo tipo de insultos contra aquellos que osen atacar su religión con análisis sensatos tipo: un hombre no puede quedar embarazado, biológicamente naces hombre o mujer (ser hombre o mujer no es una construcción social), las mujeres también abusan de los hombres, hay inmigrantes que solo llevan atraso y delincuencia donde llegan, el planeta no está en peligro de extinción y las Maldivas todavía están en su sitio…
A esta sustitución absurda y a perder el tiempo en temas improductivos y sin sustancia se está dedicando Occidente. Parecería que está empeñado en decaer y destruir todo aquello que le dio el esplendor que tanto se le admiraba. Si ese es en realidad su objetivo… ¡vaya que lo está logrando!