Escribir sobre narrativas bíblicas es lo más apasionante que puede hacer cualquier amante de la lectura de las antiguas escrituras, pues obliga a leer y a interpretar, con una visión científica y cultural del presente, historias que viajaron y se deformaron a través del tiempo, gracias a que toda vieja generación narraba a cada nueva generación, lo mejor que recordaba de lo que había escuchado de sus ancestros.
Una de esas fascinantes narrativas es la referente al Arca de la Alianza, cuya primera narración aparece en el capítulo 25 del libro del Éxodo, escrito por Moisés, y donde Dios ordena: “Harás un arca de acacia, de dos codos y medio de largo (112.5cm), codo y medio de ancho (67.5cm) y codo y medio de alto (67.5cm). La revestirás de oro puro; por dentro y por fuera; y pondrás a su alrededor una moldura de oro. Para ella harás 4 anillos fundidos en oro, que pondrás en sus cuatro esquinas, dos anillos a un lado y dos anillos al otro lado. Y harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los dos lados del arca, para llevar el arca con ellas. Y las varas no se quitarán de ella. Y harás una cubierta de oro fino, de dos codos y medio de largo y un codo y medio de ancho. Harás también dos querubines alados de oro, labrados a martillo, y los colocarás en extremos opuestos de la cubierta, el uno de frente al otro, mirando a la cubierta, y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré (las tablas de piedra con Los 10 Mandamientos) y colocarás el arca en el tabernáculo”.
Y eso fue durante el Éxodo desde Egipto hacia el desierto del Sinaí, luego de las 10 plagas de Egipto, y luego de cruzar el área estrecha de juncos del mar Rojo, cuando Moisés tenía 80 años de edad, cerca del año 1,446 a.C., en tiempos del faraón Tutmosis III, sucesor de Hatshepsut, aunque se creía que el Éxodo había ocurrido en el año 1,250 a.C., en tiempos del faraón Ramsés II, hijo de Seti I, y así lo plantea Cecil DeMille en la película de 1956 “Los 10 Mandamientos”.
Desde entonces, el Arca de la Alianza viajaba con los hebreos de campamento en campamento, donde se levantaba un tabernáculo para adoración a Dios, y se quemaba resina orgánica de ámbar como incienso aromatizador, hasta que en el siglo X a.C., el rey Salomón construyó el templo de Jerusalén, utilizando bloques de roca caliza, donde en la tercera cámara, la más sagrada,
denominada Sanctasanctórum, fue emplazada de forma definitiva el Arca de la Alianza, como altar para adoración a Dios, luego del Arca estar por mucho tiempo en manos de los filisteos, quienes la devolvieron por sufrir enfermedades que creían derivadas del Arca ordenada para transportar las piedras de Los 10 Mandamientos dados por Dios a los hebreos, sin embargo, ese templo pétreo construido por Salomón, hijo del rey David, y toda la ciudad mediterránea de Jerusalén, fueron víctimas de la destrucción total provocada por el rey Nabucodonosor II y el poderoso ejército babilónico, en julio del año 587 a.C., quedando sólo cenizas.
Y ahí comenzaron las interrogantes sobre la supervivencia y la ubicación del Arca de la Alianza, pues muchos entendieron que el Arca había sido rescatada por hebreos y escondida en un lugar subterráneo protegido de enemigos babilonios, pero, al terminar de escribir la palabra babilonios, revisé, como siempre lo hago, la cantidad de palabras escritas para no exceder el límite preestablecido para el texto, que debe ser entre 850 y 880 palabras, y, aunque usted no lo crea, resultó que hasta ahí el número de palabras mostrado en pantalla fue 666, y aunque no soy supersticioso, me preocupó, porque me pareció muy curioso, pues los cristianos asocian el número 666 con el anticristo, y nunca, al revisar un texto bíblico, me había salido el número 666, por lo que decidí cambiar parte del texto.
Se cree que durante las cruzadas, los templarios, gladiadores cristianos miembros de la Orden del Temple, rescataron y ocultaron el Arca de la Alianza, por su valor cristiano y su valor aurífero, pero no hay constancia de ello, del mismo modo que se cree que monjes ortodoxos rescataron el Arca y la ocultaron en la iglesia de Santa María de Sión, en Etiopía, pero allí no hay acceso para nadie más que el monje encargado de cuidar el Arca, lo que dificulta su comprobación.
Heinrich Himmler, líder máximo de las SS nazis, buscó en España el Arca de la Alianza, por entender que dentro del Arca había un profundo poder esotérico que garantizaba derrotar a enemigos, y así se ve en la exitosa película de Hollywood “Indiana Jones, en búsqueda del Arca perdida”, la que recrea a un profesor de arqueología contratado en 1936 por el gobierno estadounidense para buscar y encontrar el Arca perdida, antes de que la encontraran los nazis; pero, la realidad es que nadie ha podido encontrar el Arca de la Alianza, la cual, quizás por ser de madera, se pudo calcinar durante la destrucción de Jerusalén a manos de los babilonios.