Fui testigo del esfuerzo de los jóvenes desde que un pequeño grupo empezó a reunirse en la Plaza de la Bandera, frente a la Junta Central Electoral ya que cada noche debo pasar por ese lugar al retornar de mi trabajo.
Se les quiso quitar importancia, incluso como dicen ahora eran un grupo de popis haciendo alharaca. Le dije a alguien muy cercano a mi “la historia es que las protestas las inician la clase media, y ahora son los jóvenes” y olvidar lo que en nuestro país ha acontecido es imposible, como lo es pretender que con celebrar unas nuevas elecciones con lo importante que son para la democracia, será suficiente para quedar en el olvido que a las 7 de la mañana del 16 de febrero todo estaba en orden y para las 11 de la mañana la misma JCE declaraba nulo el proceso.
El pequeño grupo de jóvenes sonadores se fue haciendo mayor, muchos no podían dejar pasar lo aberración de unas elecciones fallidas, por eso la protesta se hacía mayor y una bomba lacrimógena lanzada desde la misma Junta Central Electoral multiplicó el pequeño grupo para convertirlo en clamor por todos los rincones.
No es cierto que los que están protestando sean solo jóvenes de clase media y si lo son tienen todo el derecho, pero cada vez que pasaba en la noche veía llegar más y más jóvenes que se mezclaban sin importar de dónde venían o cuanto tenían.
Entiendo sus protestas, son testigos de una sociedad injusta. Muchos no tienen que comer y entendemos que con una caja en navidad o con una tarjeta del plan social podemos acallar la mala distribución de los ingresos.
Otros ven como sus padres se esfuerzan para darles una educación que la escuela pública no les puede dar, un seguro médico que la salud del estado no cubre con eficiencia, cubrir los costos de servicios ineficientes y pagar impuestos que muchos políticos no entienden suficientes, porque se gasta con frecuencia como dice el refrán “lo que nada cuesta hagamos fiesta”.
Muchos sentimos una justa indignación el 16 de febrero, incluso como ustedes desee salir de la Junta Central Electoral. Mas frio y este es mi consejo, no hacemos nada con pedir en este momento una nueva junta. Los suplentes son mucho más políticos partidarios que los titulares y sustituirlos por completo nos llevaría a que un senado controlado designara otros con seguridad menos confiables.
Debemos ver hacia adelante y luego de instaurado un nuevo congreso, vista la situación actual de los partidos, no habrá un control de ninguna de las organizaciones, como ha sido por desgracia una constante en nuestra democracia. Cuando no lo controló el Partido Reformista, lo hizo el Partido Revolucionario Dominicano o el Partido de la Liberación.
Esto representa siempre un peligro para la democracia porque se rompe el necesario equilibrio en un país de instituciones débiles que todos los políticos en oposición reconocen, pero que olvidan desde que llegan al poder.
La reelección siempre ha sido un escollo en nuestra democracia. Las veces que la hemos prohibido logramos cambiar la Constitución para instaurarla de nuevo. Nuestro sistema tiene que ser ocho años y nunca jamás por bueno que sea el titular del Palacio Nacional, las reelecciones son un cáncer, entronizan no solo al presidente, sino a ministros que entienden que el ministerio es su empresa. Piensen solo por un momento que tenemos ministros y directores que tienen diez y seis años en el cargo. Más que lo que un profesional o empresario pueden tener si se graduaron o empezaron una empresa en el 2006.
Muchos de sus papas o ustedes mismos mucho más jóvenes, fueron de los que exigieron el 4% para la educación. Un movimiento precioso, pero no se le dio seguimiento debido y hoy ese dinero que nos sacan del bolsillo no ha servido para mejorar el nivel de la educación, porque el mismo se ha ido en salarios y hacer ricos a profesores políticos que hoy no tienen como justificar su patrimonio. Que no suceda lo mismo con lo que reclaman hoy, no se cansen, conviértanse en los vigilantes de la democracia.
No caigan en el error de etiquetar por igual a todos los políticos. Ocupé un cargo en la administración pública que nunca busqué y me encontré con empleados y funcionarios tan trabajadores y honestos como muchos del sector privado y con sueldos menores.
La juventud está dando un ejemplo en todos los países, parece que los más mayorcitos hemos perdido el empuje o nos hemos acostumbrado al status quo para luego, como ha sucedido en Venezuela, lamentarnos frente a lo que dejamos pasar.
No acepten participación de políticos, no permitan que lo que empezó con un reducido grupo y ahora se ha expandido no solo en el país, sino en otros países donde tenemos importantes centros de migración quieran bocinas desmeritar lo que ustedes hacen. No recuran a los insultos, eso desmerita sus valores y no sucumban a los epítetos por mas soeces que puedan ser.
Levántense y acuéstense con su consciencia tranquila de que hacen un aporte a la democracia que otros no hemos sabido hacer.
Ojalá muchos de ustedes quieran ser funcionarios públicos y aplicar los valores que hoy frente a la Junta Central Electoral y junto al bandera enarbolan. El país necesita una generación nueva que no vaya al estado a enriquecerse, que sea parte de un sistema judicial transparente y justo, que aplique la ley con firmeza contra la corrupción, el narco y la evasión.
Una generación que exija una reducción de gastos de campaña porque con lo que se autoriza ahora, solo riferos y narcos podrán optar por curules, ya que es tanto lo que se requiere invertir que los salarios de cuatro años no son suficientes para pagar los gastos de campaña.
Esperamos que este despertar de ustedes sea la base para la construcción de un país más justo y organizado. Un país del que nos sintamos orgullosos y que ofrezca mejores oportunidades de crecimiento y superación a nuestros ciudadanos.