La pelé’lengua, es en el barrio, el clímax de una hemorragia verbal, con la inclusión de todas las expresiones ofensivas, peyorativas, que dañen, del conflicto, encuentros muy comunes entre la competencia y el diario vivir del barrio. Las criollas, artífices de la confrontación, del pleito, del choque, del desborde de emociones, en el transcurso simple de la vida cotidiana, adonde se originan los conflictos por “quítametapaja”, por el agua, “lo sombre”, la competencia o la misma envidia, el sentimiento más sincero por la dificultad para ocultarlo.
Se trata de proferir la mayor ofensa posible, “que pique y dé pique”. Las raíces: cualquier cosa que origine la primera chispa, que la yerba seca del ambiente de pobreza, siempre está lista para arder. “Lo sombre” lo canalizan con un “par de trompá”, pero se disipa rápidamente sin pasar al lenguemime ni a la confrontación con elementos contundentes o armas de fuego.
Fácilmente el conflicto termina con una fría, en el colmado. Ellas lo manejan de otra forma: violencia verbal con ánimo de dañar. En el arsenal ofensivo de la agresion verbalizada, brilla preponderantemente el “mamá g…”, preferido por jóvenes de ambos sexos para iniciar un ataque frontal. Las ofensas, al igual que los términos coloquiales, varían con el tiempo y desaparecen.
“Niguata” se refería a las niguas, insecto barrenador molestosísimo que pone huevos en la planta de los pies descalzos: hoy todos andan calzados. “Rapatíguere”.
Chapiadora, sartacocote, arracavaca, narga sucia, azarosa, baña perro, rapafiao, realenga, mal nacía, lambona, trascendía, culo e’pollo, freidora de tusa, rapa concón de velorio, son epítetos insultantes entre féminas en conflicto.
Sangrijuela, pellicapeso, saltapatrá, comeavece, boqueburro, lambesebo, recojecolilla, enriquecen el arsenal de términos ofensivos, para la “defensa” verbal del “honor”, subiendo la voz al extremo para que se escuche en todos sitios, sobre la “sucia eta”, la loca vieja propasá eta, que no se lo que se ha llegao a cree. Añadidos son, cutáfara, guañìmara, grillo, cacoemaco, viratanque, jedionda, caremime, vivelejo, comeboca, tullía, buenaperra, nalgarajá, tetejagua,atroná, pataporsuelo, cicotúa, boqueguavina, barriguetanque, gambá, bajoahoja, son términos de munición ofensiva de los intercambios que en ocasiones arrastran a “otras” que haciendo causa común con la agredida-agresora participan, añadiendo un nutrido repertorio de malas palabras, que sazonan y dan sabor al pleito.
Boquesuape, boquillosa, carefullín, come concón mojao, asoplapote, tísica, malnacía, culo e’maco y como se decía antes: “mala vaina”, para referirse a una mujer poco hábil en los lances sexuales en la cama o aguanosa, para hacer mención de aquella que lubrica en exceso….Se trata de herir, de ofender de manera profunda, buscando términos que señalen condiciones físicas, defectos o acciones pasadas que marcan a las personas. Pájaro malo, cuero sucio, cuernera, arrimá, cuero e’cortina, tortillera, aviónazo, le jiede la vida….