Recientemente llegó a mis manos un artículo publicado por Euri Cabral, bajo el título “Los errores de Leonel”. En el mismo, Cabral pretende vendernos una idea fundamental: Que en estos momentos, el presidente Danilo Medina tiene derecho a la reelección y que puede buscar la reelección indefinida porque ha sido un buen presidente, agregándole además que el expresidente Leonel Fernández, debe aceptar y apoyar lo que sea necesario para que esto último suceda.
Lo primero que hay que aclararle a Euri Cabral, aunque no le guste, es que no es verdad que actualmente el presidente Medina tenga derecho a reelegirse. Una razón básica y elemental se lo impide: La Constitución de la República. Para aspirar de nuevo a la presidencia, Danilo tendría que modificar, por segunda vez, la Carta Magna o bien lograr que el Tribunal Constitucional en un acto de complacencia interprete a su favor un texto que es claro y preciso al impedir su repostulación.
Mientras tanto amigo Euri, contrario a lo que usted afirma, hasta que uno de estos escenarios no ocurra, Danilo Medina no tiene la capacidad legal para presentarse a una nueva reelección.
Lo que sí nos queda claro es que con sus argumentaciones, Cabral pretende instalar en el imaginario popular el hecho de que las elecciones del 2020 se tratan de “Danilo o que entre el mar”.
Sin embargo, nada más falso. De hecho, me atrevo a decir que las cuatro premisas en que se apoya para promover su idea, son, a decir verdad, cuatro errores en los que incurre su autor.
Primer error
El primer error en el que incurre Euri Cabral, es asegurar que la oposición de Fernández a una nueva reforma constitucional para beneficiar la continuación de un presidente es una falta de visión histórica.
Muy por el contrario, nada engrandece más la figura histórica de Fernández que asumir una posición de principios en contra de una reforma hecha como un traje a la medida, precisamente en un momento donde nuestra República ha caído presa de un proceso de anomia, donde “to’ es to’ y na’ es na”.
La construcción de un Estado regido por el imperio de la ley, necesariamente debe contar con el respeto irrestricto de aquellos que detentan el poder. Si desde lo más alto del liderazgo político se envía el mensaje de que “con cuarto to’ se puede”, ¿cómo esperamos que el resto de la población acate el cumplimiento de la Constitución, sobre todo cuando la misma es ultrajada de manera consuetudinaria y reiterativa por aquellos que están llamados a cumplirla y hacerla cumplir?
Segundo error
El segundo error de Euri es asegurar que una eventual candidatura presidencial de Leonel podría no tener éxito; y que, por lo tanto, no debe oponerse a una segunda reforma constitucional como condición sine qua non para permitir la re-postulación de Danilo.
Hay que recordar que para las elecciones de 1996, nadie creía que el PLD y Leonel podrían vencer al PRD y a Peña Gómez. El partido morado había terminado en los comicios de 1994 en un lejano tercer lugar y no estaba en la imaginación de nadie que dos años después iba a derrotar al partido que entonces apoyaba Euri. Sin embargo, el PLD y Leonel, a quien entonces en forma despectiva le llamaban el pollito, salieron victoriosos de esa contienda.
Lo mismo ocurrió en la contienda electoral del 2004, a pesar de que dos años antes se había producido el llamado “ciclón batatero” que le permitió a Hipólito Mejía disponer de 27 senadores y el control absoluto del escenario político nacional. En ese momento la idea prevaleciente era que no había manera de vencer al partido del jacho prendío.
El resultado de esas elecciones todos lo recordamos, cuando bajo la consigna inolvidable de que ”E pa’ fuera que van”, las huestes moradas marcharon al ritmo que le trazó Leonel y una vez más salieron victoriosas en las urnas para beneficio del pueblo dominicano.
Pero le voy a otorgar al señor Cabral el beneficio de la duda, dado que para la época debido a sus vínculos con Fafa Taveras, todavía se encontraba del lado equivocado de la historia.
En todo caso, una cosa es que Leonel aspire a la candidatura presidencial de la República por el PLD, a lo cual tiene pleno y legítimo derecho conforme a la Constitución vigente, y otra cosa muy distinta es que Leonel, por un tema de principios democráticos y de respeto al Estado de Derecho, se oponga a que nuevamente nuestras instituciones sean violentadas con la única y exclusiva finalidad de saciar las ansias de poder de un grupo o de una persona.
Estoy seguro de que Euri conoce esta diferencia hasta la saciedad. No obstante, de manera deliberada trata de confundirnos en un intento desesperado de meternos a Danilo “entre cacho y quijá”.
Tercer error
El tercer y quizás mayor error en el que incurre Euri, es asegurar que una modificación constitucional con el único objetivo de permitir la continuidad en el poder de una persona, contrario a lo que ha dicho Leonel, no genera inestabilidad política ni abre paso a regímenes dictatoriales.
Semejante afirmación implica un desconocimiento total de nuestra historia. Sin abundar mucho y para ilustrar cuán equivocado está el autor de marras, voy a citar sólo algunos ejemplos:
En noviembre de 1887, Ulises Hereaux promovió una reforma constitucional para extender el período presidencial cuatro años más y permitir la reelección consecutiva. En junio de 1896, luego de haber agotado dos períodos consecutivos, volvió a reformar la Constitución para que la reelección fuese indefinida, lo mismo que le plantearon a Leonel en el 2012 y se negó, y lo mismo que ahora intentan plantearle a Danilo. Para los que pretenden ignorar el curso de la historia, sólo les formulamos una pregunta: ¿Cómo terminó Ulises Heureaux?
En febrero de 1908, Ramón Cáceres promovió una reforma constitucional para aumentar el período presidencial a 6 años. Vuelvo a lanzar la pregunta a los desmemoriados de nuestra historia: ¿Cómo terminó Mon?
En junio de 1927 Horacio Vásquez impulsó una reforma constitucional para extender, sin elecciones, el período presidencial dos años más. En junio de 1929 volvió a promover otra reforma para levantar la prohibición de la reelección que se había establecido en la modificación constitucional de la asamblea constituyente de junio de 1924. Me pregunto: ¿Cómo terminó Vásquez y qué vino luego de su derrocamiento?
Más cercano en el tiempo, en noviembre del 1966, Joaquín Balaguer emprendió una reforma constitucional que establecía la reelección presidencial por tiempo indefinido. La pregunta a hacerse es la siguiente: ¿Cómo transcurrieron y cómo terminaron los 12 años de Balaguer?
En julio de 2002 Hipólito Mejía impuso una reforma constitucional a “papeletazos”, para mantenerse en el poder. La pregunta obligada: ¿Cómo terminó Hipólito?
En julio de 2015 Danilo Medina forzó una reforma constitucional a través de un acuerdo que hizo permanecer en sus curules a los miembros del Congreso, y que logró, en forma “mágica”, persuadir al bloque opositor sumarse a sus propósitos.
Todos esos ejemplos sirven para tener presente el adagio que se atribuye al filósofo George Santayana de que los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetirla; y lo traemos a colación porque ahora todo parece indicar que Euri es uno de los voceros de los que aspiran a repetir la jugada.
En lugar de proteger la imagen histórica de Danilo, en aras de continuar disfrutando las mieles del poder, le inducen a la tentación de permanecer en el Palacio Nacional, aun a riesgo de hacer zozobrar nuestra democracia.
Cuarto error
El cuarto error de Euri es aseverar que con la modificación constitucional del 2010 Leonel buscaba evitar su “jubilación política” y que, por lo tanto, como Leonel presuntamente también modificó la Constitución para su propio beneficio, carece de calidad moral para evitar que Danilo haga lo mismo.
Nada más alejado de la verdad.
Los que recordamos el proceso de modificación constitucional del 2010 tenemos claro varios puntos: 1) Que la modificación del 2010 fue el resultado de una amplia y extensa consulta a todas las fuerzas vivas de la nación, en la cual además participaron todos los sectores e intereses del país, tanto privados como públicos; 2) Que la Constitución de 2010 abordó temas tan importantes como la limitación de los poderes del Presidente, la protección del medio ambiente, el reconocimiento de derechos fundamentales y sociales de segunda y tercera generación, entre otros aspectos que colocan a la Constitución del 2010 como una de las más progresistas y avanzadas de la región y el mundo; 3) Que el tema de la no reelección en la Constitución del 2010 fue un requerimiento del PRD, específicamente de Miguel Vargas Maldonado, quien aduciendo principios peñagomistas, estableció como condición para la aprobación de la reforma en el Congreso que se volviera al mecanismo de la reforma constitucional de 1994, que permitía el retorno después de cuatro años.
Así pues, queda claro que contrario a lo que plantea Euri, fue el PRD quien en la reforma constitucional de 2010 auspició la posibilidad del retorno luego de un período y no Leonel, quien vale subrayar que en todo momento fue partidario de dos períodos consecutivos y nunca más, con lo cual él por su propia disposición habría quedado jubilado.
Euri parece olvidar que es el mamotreto de reforma constitucional del 2015, la que vuelve a establecer la práctica impuesta por la reforma de Hipólito del 2003, de dos períodos consecutivos y nunca más, reforma que además sólo sirvió para viabilizar la reelección de Danilo en el 2016.
Ahora, sin embargo, en su rol de activista de la causa danilista, Euri pretende contagiar a la opinión pública con su confusión. Por un lado, se atreve a afirmar que en estos momentos Danilo tiene derecho a la reelección, no obstante, al mismo tiempo es promotor de la iniciativa de que se modifique nuevamente la Constitución para hacerlo posible. ¿Cómo entender semejantes desvaríos?
Basta con analizar la historia para concluir cuán errado está Euri Cabral. Leonel ha sido tres veces presidente y nunca promovió una reforma constitucional que le permitiera quedarse en el poder. No lo hizo en 1996-2000. No lo hizo en el 2004-2008. Tampoco en el 2008-2012.
Sin embargo, Danilo ha sido dos veces presidente. Ya lleva una reforma para quedarse en el poder en el 2016 y todo parece indicar que, tal y como aboga Euri, existen planes de repetir la misma fórmula para el 2020.
Tales desatinos sólo encuentran explicación en los privilegios y la adulación.
En todo caso, independientemente de las preferencias o inclinaciones, hay que reconocer que Danilo Medina y Leonel Fernández, con sus luces y sombras, son dos activos del Partido de la Liberación Dominicana y del pueblo dominicano en su conjunto.
A ellos, por el papel que ya han desempeñado en favor del progreso y el bienestar del país, hay que protegerlos, sobre todo de las apetencias de los zalameros y de los lisonjeros.