Ahora nos referiremos a instituciones públicas que están al borde del colapso y en zonas de riesgo. El paso de los huracanes Irma y María, las últimas dos semanas, dejaron devastados no sólo la región Norte del país, sino que se extendió hacia Puerto Rico y las Antillas Menores. Deteniéndonos en el orden nacional vemos estructuras estatales de antaño y de actualidad que sufren de vicios de construcción, tales como filtraciones, agrietamientos y demás, que dificultan el ejercicio de las funciones de los servidores públicos, así como un enorme gasto de recursos que bien pueden ser utilizados para otros fines, lo cual repercute cada año en el presupuesto general de la nación.
Siguiendo esa línea, mueve a preocupación que a más de medio siglo de fundado el sector La Feria, aún encontremos instituciones que representan el archivo central de todo el pueblo dominicano. Cuéntese dos poderes del Estado, un órgano extra poder, el registro civil de actas del estado civil y el de títulos. Y más aún, teniendo escenas como el huracán David en 1979 que afectó el Congreso Nacional, y no se hizo nada. Añadan un informe reciente por estudiosos en materia de maremotos, los cuales establecen que, de pasar una catástrofe como la antes dicha, la capital podría verse afectada desde el mar Caribe hasta la altura del sector Gascue.
Si bien es cierto que la gran urbe dominicana nació entre estos sectores, no menos cierto es que con el tiempo debemos adoptar medidas orientadas a la reubicación, conservación y preservación. Los acontecimientos recientes son un aviso del cual no debemos ser omisos. Debemos preocuparnos por nuestro registro, para que la tragedia no nos agarre desprevenidos. Ya hemos tenido y visto situaciones muy difíciles. Hagamos del refrán popular un hábito: guerra avisada no mata soldado.