El proselitismo es lo que más se ve en la actividad política, y no es su centro; lo es el comportamiento macroeconómico del país y del mundo, con sus consecuencias. La macroeconomía se desglosa en indicadores. El producto interno bruto (PIB) con su crecimiento o recesión; cuando deja de crecer dos trimestres consecutivos, hay probablemente recesión. La inflación es cuando suben los precios, generalmente porque hay una masa monetaria mayor comprando que la oferta de los productos.

La recesión arrastra al desempleo porque es una merma y hasta quiebras de sectores productivos, lo que deja fuera a fuerzas laborales. A su vez, la recesión estimula la inflación, porque disminuye la oferta de productos.

El Banco Central ha retirado masa monetaria, provocando menos inversión y ocasionó una baja oferta productiva; así toma cuerpo la inflación con otras características, porque habrá quienes no tienen dinero y el que tiene no encuentra las mercancías por haberse bajado su oferta.

Lo más grave es cuando se juntan la inflación, el desempleo y la recesión; a eso se le llama estanflación. El término fue inicialmente utilizado por Ian McLeod, en 1965, ministro de Finanzas británico, en un discurso al Parlamento.

Bosch decía: “Si va mal la economía irá mal el rumbo político”.

El FMI ha dicho ahora, en octubre, en “Perspectivas de la economía mundial”: “La actividad económica mundial está experimentando una desaceleración generalizada y más acentuada de lo previsto, con la inflación más alta registrada en varios decenios (…). Según los pronósticos, el crecimiento mundial se desacelerará de 6.0% en 2021 a 3.2% en 2022 y 2.7% en 2023 (…)… este es el perfil de crecimiento más flojo desde 2001. Se pronostica que la inflación mundial aumente de 4.7% en 2021 a 8.8% en 2022, para luego descender a 6.5% en 2023 y 4.1% en 2024”.

Agrega: “Se debe mantener el curso de política monetaria para restaurar la estabilidad de precios, y la política fiscal debe procurar aliviar las presiones sobre el costo de vida, manteniendo una orientación lo suficientemente restrictiva para que esté alineada con la política monetaria. Para contribuir más a la lucha con la inflación se puede recurrir a reformas estructurales que mejoren la productividad y alivien las restricciones sobre la oferta, en tanto que la cooperación multilateral es necesaria…”.

Aporta datos: El crecimiento mundial, fue 6.0, 3.2 y proyectado 2.7 a 2023; en EE.UU. de 5.7, 1.6 y estimado 1.0 a 2023; Zona Euro 5.2, 3.1 y 0.5. Latinoamérica y el Caribe: 6.9, 3.5 y 1.7. El Banco Mundial ha dicho más (15/sep) y: “…el mundo podría estar avanzando poco a poco hacia una recesión mundial en 2023 y una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo (…) los aumentos de las tasas de interés y de otras medidas de políticas no sea suficientes para reducir la inflación mundial a los niveles registrados antes de la pandemia…”

El presidente del BM, David Malpass, agregó: “Para lograr tasas de inflación bajas, estabilidad monetaria y un crecimiento más rápido, los responsables de formular políticas podrían trasladar el foco de atención desde la reducción del consumo hacia el aumento de la producción. Las políticas deberían generar inversiones adicionales y mejorar la productividad”.

Ahí está dicha la solución, es invertir protegiendo y mejorando la producción ¿Lo sabe Abinader?

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