Parafraseando el título de la novela llevada al cine que tantas veces han puesto en televisión, me motiva escribir estas líneas como reflexión en estos tiempos de confinamiento.
“Lo que el viento se llevó” es una novela de Margaret Mitchell, adaptada al cine en una magnifica superproducción de 1939, retrata en profundidad cómo desaparece, a raíz de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, un mundo construido sobre bases que se hicieron insostenibles a medida que la conciencia social y política avanzaba hacia mayores niveles de la democracia, justicia y libertad, y la economía se hacía más industrial y menos agraria.
Esa guerra fue el viento que arrasó no solo con miles de vidas y viviendas, sino también con un estilo de vida en los estados del Sur. Si Margaret Mitchell viviera en tiempos del coronavirus globalizado, tal vez escribiría una gran novela como la citada anteriormente.
En la misma se narra la historia de la chica más guapa de la región de un estado esclavista de Estados Unidos, Scarlet Ó Hará, rica y con muchos pretendientes justo en el mes que comienza la Guerra de Secesión, y en el transcurso de la novela, pierde, todo lo que le era querido y valorado. Si hacemos una reflexión y ajustamos todo a la novela el drama es: esa chica en los estados del Sur es el sistema sanitario de todos los países y la Guerra de Secesión es el virus.
Siendo más preciso, el título de esta entrega debería ser “Lo que el virus se está llevando” pues a la entrega de este artículo siguen los vientos del virus por todas partes y los fallecimientos y contagios siguen subiendo.
De la noche a la mañana nuestras vidas cambiaron. Se nos hizo familiar un nombre: coronavirus. Vino para quedarse y lo hizo de forma agresiva llevándose los seres queridos y destrozando familias, haciéndonos ver que, sencillamente, no somos nada.
Nos hemos dado cuenta que somos vulnerables, que el maldito coronavirus ha tambaleado nuestra sociedad como si fuera un desastre de esos que vemos en las películas, un tsunami.
Es posible que el virus se esté llevando la globalización tal y como la conocemos. El comercio internacional va a cambiar por cuestiones sanitarias y entre las materias primas que se mueven en él está gran parte de nuestros alimentos.
El virus se llevó el hábito de saludarse con las manos, el beso en la mejilla, los abrazos que nos damos etc. Se llevó todo lo que se ha hecho en el multilateralismo, el crecimiento económico y el avance social a escala global.
Y también se llevó a varios amigos entre ellos dos de infancia, el general Pedro Aguirre y Lincoln Rosa, eso me dejó sin palabras y muy triste.
Estamos en manos de la ciencia no son tiempos de ser muy caballeros y educados, hasta que se encuentre una vacuna entonces podremos de nuevo estrecharnos las manos.
Para concluir por hoy, el virus se llevó el pasado, pero la construcción del futuro queda suspendida en el aire para ser asumida por una generación emergente y un liderazgo nuevo.