Abel Martínez ha dicho muy atinadamente : “Nuestro partido debe actuar en base a dar apoyo a las mujeres, la juventud, los líderes cristianos, campesinos, amas de casa, pero jamás pactar con el expresidente Leonel Fernández y su partido la Fupu”. Y luego agregó: “Mal haríamos nosotros con forzar una alianza de cara a las elecciones nacionales del próximo año con las gentes del partido de Leonel Fernández” , digo que son atinadas porque su trabajo y el de cualquier candidato o partido, es el de compactar a su gente y crear la percepción de triunfo con la esperanza de llevarlo a la realidad, de qué hay reales posibilidades de ganar las elecciones y ganar nuevos adeptos en el proceso.
A diferencia del Presidente Luis Abinader que construía sus aspiraciones desde hace más de diez años y tiene una exposición constante y del exmandatario Leonel Fernández que no sólo ya ha sido presidente, sino que disfruta de una exposición continua desde finales del siglo pasado, el aspirante a Precandidato del PLD, viene de un partido dividido, son sus primeras aspiraciones nacionales, la consulta fue en el último trimestre del año, uno donde la gente estaba en fiesta y no en política y donde los partidos suelen darle vacaciones de estos temas a la población, por lo que es tiempo prácticamente perdidos, así que ponerse a hablar de alianzas ahora, correría en su contra, cuando lo que tiene es que afianzar su figura, sembrar credibilidad como candidato y ganar músculo para enfrentar a un partido en el gobierno, una figura popular y el desgaste de su propio partido tras muchos años en el gobierno, en resumen recuperar la confianza de la gente.
Ningún partido ha ganado sólo en República Dominicana y eso se sabe, pero aunque la fecha de inscribir las reservas y luego inscripciones de las alianzas están una más cercana que la otra, el pleito no se acaba hasta que se acaba y los esfuerzos debe de concentrarlos en sí mismo y en el fortalecimiento de su mayor basa: su partido y si llega el momento de aliarse, entonces y sólo entonces se hablará de eso, al menos públicamente, porque sería pecar de ingenuos pensar que no tienen meses cocinando ese sancocho.
Nadie apoya o cree en alguien que admite públicamente sus debilidades y hablar de eso en estos momentos, seria sencillamente afilar cuchillos para su propia garganta.