Los bautizados como policías acostados, no son más que reductores de velocidad artesanales, colocados “medalaganariamente” la gran mayoría, sin obedecer a estudio alguno y otras para satisfacer egos de poder. Dado que es un producto artesanal y muchas veces improvisados, tienen características propias ya que no siguen ningún diseño y de ahí que en algunos casos pueden producir daños a los vehículos que les pasan por arriba, sobre todos aquellos con ínfulas deportivas, muy bajos, que “arrastran las nalgas por el piso”. Se encuentran en toda la geografía nacional por remoto que parezca el lugar. En la Era (¿o no era?) de Trujillo en cada cuartel militar o policial era obligatorio una pareja de estos Policia’cotao para reducir la velocidad de todo vehículo que se acercara, desde cualquier dirección y más en aquellos “puestos” adonde había que recitar el número de cédula de todos los ocupantes, en los afanes de control de la dictadura. Los generales del gobierno de Balaguer, proyectaron el miedo individual, haciendo colocar 2 montículos de estos, frente a sus casas, como “precaución” y así llenaron El Millón, adonde obtuvieron viviendas de primer orden, de “muros” para guardar su seguridad personal y la de sus familias.
En el sur profundo existen cientos de esos policías acostados, prácticamente en todos los caseríos y por lo general pertenencias al “Servicio Secreto” para que Ud no los note. La mayoría sin destaque ninguno para que usted, turista desconocedor, se los “coma” en un brinco soberano “que le afloja lo diente al descuidao” y afecta el vehículo de mil maneras. Frecuente combinación es una “mancuerna“ de hoyo y muro, contribuyendo de manera muy efectiva en el “deguañangue” de su vehículo, fiel compañero, que con sacrificios mayúsculos lo transporta a todos lados. El Policía’cotao es una clara expresión del subdesarrollo, del cual mientras menos “prosapia” tenga el síndico, más abusa de ese recurso. Existen calles en la actualidad, como la Calle 2da de Jardines del Sur, entre Cayetano Germosén e Independencia, paralela al oeste del Club del Banco Central, que en 200 metros de longitud tiene 7 policia’cotao y una rotonda, para deleite de los conductores que la transitan. Otras calles, víctimas del desorden oficial de Hugo Beras, que llenos de estos muros retrasan el dilatado tránsito urbano y este problema jamás fue considerado por los genios que todo lo enredaron y complicaron, en el tránsito capitaleño. Aún no queda claro, tras un estudio de Obras Públicas que data de muchos años, a quién corresponde regularizar y dar permisos para la colocación de muros de reducción de velocidad. Cualquier vecino tiene “podel” para acometer el despropósito para satisfacer egos de poder, que los partidos acrecentan sobre la ciudadanía.