República Dominicana al día de hoy mantiene uno de los sistemas de partidos políticos más fuertes de la región. Dicha realidad se ha vuelto cada vez menos común en países hermanos en los que la atomización de la política va en auge. Sin embargo, cuando vemos las encuestas de opinión, notamos que los dominicanos expresan de manera constante una frustración y hasta rechazo a los partidos. ¿Cómo se explica esa contradicción entre votación y encuestas?
En mi opinión, esto es el resultado de la desconexión entre las cúpulas que por décadas dirigen las organizaciones políticas y los ciudadanos. La falta de transparencia y oportunidad para incidir y generar cambios en el sistema político, obligatoriamente repercute causando que este se vea como ajeno a las necesidades de las grandes mayorías.
Aunque al día de hoy, no se vislumbra el colapso del sistema de partidos, continuar esta tendencia acelerará el desenlace que han vivido tantos de nuestros vecinos. Es por eso que de manera coherente con mi historial, he favorecido la adopción de un sistema de primarias abiertas en la eventual Ley de Partidos Políticos. Por una razón si acaso sencilla: Si las élites de los partidos entendieron que los ciudadanos son lo suficientemente buenos como para dedicarles miles de millones de pesos a través de los impuestos que pagan con mucho sacrificio, toca aceptar que los mismos ciudadanos son lo suficientemente buenos como para exigirles en su buen funcionamiento interno.
Esto lo hablo desde una de mis experiencias, habiendo participado en primarias en el año 1998 y recibiendo la mayor votación como pre-candidato a Diputado, lo cual luego fue ignorado por la dirección de mi partido, colocándome en el lugar #10 de la boleta. En aquel tiempo de listas cerradas, eso era descalificarme antes de emitirse el primer voto en la elección general. Tal burla a la voluntad de los simpatizantes de una organización no puede continuar. La dedocracia no puede imponerse por encima de la democracia.
Es una pena que tal debate se haya reducido a su mínima expresión conceptual en que tanto una posición como otra es inevitablemente ligada a lo que piensa o conviene a un Presidente dominicano u otro. Consideramos que caer en ese juego y no manifestar lo que uno piensa es caer en la caricatura que se tiene de los políticos como meros peones que no piensan y están ahí como fichas de sectores. Reitero mi posición de que estamos a tiempo de rescatar el sistema, fortalecerlo y mejorarlo. Ignorar esta oportunidad puede terminar siendo muy costoso para todos.