Cada vez cobra más fuerza aquel dicho que dice “el dominicano cuando no está preso lo andan buscando”.
Y me refiero en este caso a un debate que comienza a copar los medios informativos. Se trata del pugilato entre las empresas distribuidoras de gas licuado de petróleo y las expendedoras de combustibles, sobre todo gasolina y gasoil.
Las reglamentaciones andan por doquier y los sucesos ocurridos en ambos sistemas de expendio son muy tristes.
Los más recientes: el estallido de una planta vendedora de Gas Propano en el sector de los Ríos, para un caso en la venta de GLP. O el incendio terrible de una bomba de gasolina en la prolongación de la Avenida 27 de Febrero. Ambos negocios se dedican a la venta exclusiva de uno de estos derivados y lo que pasó en esos casos son para la historia.
Súmese a eso, naturalmente de forma imaginaria, que en esos puntos de ventas hubiesen funcionado los dos carburantes.
¿Qué pasaría de un fuego simultáneo, en el mismo lugar de una planta vendedora de gas propano, junto a una bomba gasolinera?
Se sabe que esa idea de juntar estos servicios no es más que el afán de aumentar los negocios y por ende los beneficios de sus propietarios.
Pero, ¿y el entorno? la gente que a veces vive al lado, o trabaja al frente de estas gasolineras. Además esto aumentaría el tráfico de vehículos en busca de combustibles con el consiguiente riesgo de accidentes y la mayor exposición de seres humanos.
Incluso ya las estaciones gasolineras han sido cuestionadas, pues el crecimiento poblacional las ubica en medio de sectores súper poblados convirtiéndolas en establecimientos de alta peligrosidad.
El país está enfrentando casi de manera colectiva problemas como los altos niveles de criminalidad, delincuencia, recolección de basura, violencia de todo tipo y parecemos no conformarnos con este cuadro, para introducir este tema, que sólo beneficiaría a los sectores involucrados pero que puede afectar a gran parte de la población.
¡Por favor paren eso ahí!