Toda planta para procesamiento hidrometalúrgico de minerales metálicos requiere de una represa de colas para garantizar un almacenamiento ambientalmente seguro de las pulpas de arenas finas con aguas, resultantes del proceso de molienda requerido para que los agentes químicos utilizados puedan disolver y extraer los metales de interés económico del proceso, porque luego de separar, mediante decantación y filtración, el líquido enriquecido con metales, como oro y plata, sobran arenas estériles que deben ser bombeadas hasta un botadero seguro que no entre en conflicto con el medio ambiente, es decir, algo similar al diario proceso hogareño hidrotérmico de colar el café matinal en nuestro hogar materno, mediante el cual nuestras abuelas tostaban los granos de café, luego los molían en un pilón de madera, luego colocaban el polvo del café en agua hirviente para extraerle las moléculas de la exquisita cafeína, y luego colaban ese café en un colador de tela, de forma tal que la infusión enriquecida con el sabor, el aroma y el color del café se filtraba a través de la tela del colador para recibirla en una taza, mientras dentro de la manga del colador quedaba el polvo ya estéril del café, o borra del café, que se tiraba al basurero.
Por tal razón, desde que en el año 1975 la Rosario Dominicana inició sus operaciones hidrometalúrgicas auríferas en Pueblo Viejo, Cotuí, construyó una represa de colas sobre el arroyo Mejita, afluente del río Maguaca, a su vez afluente del río Yuna, donde diariamente llegaban 10 mil toneladas métricas de arenas finas mezcladas con agua para poder fluidificarlas y transportarlas mediante tubería metálica. Pero esa presa, cuya corona tiene más de 1,000 metros de longitud, y cuya altura es superior a los 70 metros, nunca ha sufrido ninguna contingencia en sus 45 años de existencia, ni en su pantalla de arcilla plástica, ni en sus espaldones de escollera de caliza gris recristalizada, ni en sus estribos, no obstante haber estado en funcionamiento durante los 5 peores desastres hidrometeorológicos que desde 1979 han afectado a nuestro país, y que han sido el huracán David, la tormenta Frederick, el huracán Georges, la tormenta Noel y la tormenta Olga, y durante el fuerte terremoto de Puerto Plata, en septiembre del año 2003, y ahí está, súper segura.
Pero es evidente que si diariamente usted envía 10 mil toneladas métricas de arenas finas hasta el embalse de una represa de colas, llegará un momento en que el embalse se habrá llenado de arenas, y será necesario construir una nueva represa para seguir depositando arenas residuales del proceso hidrometalúrgico, y por tal razón en la primera mitad de los años 90, cuando ya la represa de Mejita se estaba llenando, y no era posible un nuevo recrecimiento, fue necesario construir la segunda represa de colas de la mina, ubicada en Las Lagunas, dentro de la cuenca del arroyo Margajita, que drena hacia la represa de Hatillo, la mayor represa del país y de la región, y en sus 25 años de operación esa represa de colas de Las Lagunas nunca ha tenido ninguna contingencia que ponga en peligro las aguas de la represa de Hatillo, y del río Yuna que irriga el arroz del bajo Yuna. Y eso debe quedar bien claro para todos los dominicanos.
Luego, cuando Barrick Gold inició sus operaciones mineras locales en el año 2012, lo primero que hizo fue construir una represa de colas en la comunidad de El Llagal, dentro de la cuenca del río Maguaca, afluente del río Yuna, convirtiéndose en la tercera represa de colas al servicio de esa mina de oro y plata, y desde su entrada en servicio nunca se ha tenido ninguna contingencia en esa tercera represa de colas, ni en ninguna de las otras 2 represas de colas, no obstante que las tres represas de colas están dentro de la cuenca del río más caudaloso del país, que es el río Yuna, el cual transita 90 metros cúbicos de agua cada segundo, río que para sorpresa de muchos está menos contaminado que el resto de ríos del país, y quien lo dude sólo debe tomar muestras de agua en el río Yuna, en el río Isabela, en el río Lebrón, en el río Ozama, en el río Haina, en el río Yaque del Norte, en el río Higuamo, en el río Moca, en el río Licey y en el río Duey, y luego comparar los resultados, especialmente la demanda bioquímica de oxígeno.
De ahí que sorprende que repentinamente se plantee que si en en el área sur de la mina de oro de Cotuí se permite construir alguna represa de colas habría un desastre ecológico sobre el río Ozama, desconociendo que en esa mina tenemos décadas de operaciones de 3 grandes represas de colas ubicadas en la cuenca del río Yuna, sin ningún desastre ecológico por rotura o filtración, y desconociendo que el verdadero desastre ecológico del río Ozama comenzó hace más de 40 años cuando se permitió el emplazamiento de miles de personas que diariamente lanzan sus excrementos y sus basuras al cauce de ese importante río, desde el cual, desde hace décadas, nadie se atreve a tomarse un vaso de agua, y no por culpa de la minería.