Todos esperamos el nuevo Congreso con mucho optimismo. Un Senado nuevo y una Cámara de Diputados con muchos jóvenes, cuyas propuestas son totalmente diferentes a lo que durante años venimos escuchando.
De este nuevo Congreso, esperamos legisladores que no levanten la mano veinte y nueve días y el día treinta la extiendan hacia adelante, haciendo la advertencia de que no todos eran así; hay que reconocer que algunos legisladores trabajaron para la defensa de los mejores intereses del país.
Hay leyes que son de importancia para hacer el país más competitivo y más eficiente. Tenemos la Ley General de Aduanas; la esperada reforma de la Ley de Compra y Contrataciones; el deseado ordenamiento territorial; la reforma de la composición de los jueces de la Junta Central Electoral; la Cámara de Cuentas; y una ley fundamental en estos momentos de crisis económica, la Ley de Reforma de ProIndustria.
Son muchas las exigencias que hará la población a las nuevas autoridades, porque votaron por un cambio. Y existe mucho entusiasmo sobre posiciones externadas tanto del presidente electo como de senadores electos, como es el caso de Eduardo Estrella, Faride Raful y Antonio Taveras.
Seguí con atención la oposición que Faride, pequeña de tamaño, ojos que demostraban su inteligencia, aguerrida, en un congreso dominado por la oposición supo levantar su voz la mayoría de las veces, lamentablemente sin ser escuchada, oportunidad que tiene ahora en un Senado en el que su partido tiene mayoría para poder hacer los cambios que todos esperamos.
Tanto ella como otros dos senadores, no he oído de otros, han decidido no optar por los aberrantes recursos que no tienen que ver con la función de legislar y convierten el senado dominicano en uno de los más caros del mundo.
La senadora electa por el Distrito Nacional es de la que se lee los proyectos de ley y todo aquello que entienda es de su interés para legislar o incluso ejercer su función de interpelar. Recuerdo cuando en un panel radial en el que participa a diario, comentaba el informe de Punta Catalina y decía “lo más importante de ese informe no es el precio que confirmó la empresa estadounidense contratada para hacer la evaluación de la planta, son las recomendaciones que hace la Comisión”. Lo que muchos nunca leyeron, Faride lo leyó completo.
Nadie puede decir que nuestro país no ha avanzado. Las obras están ahí, un crecimiento importante de la economía, pero a la vez, como en otras oportunidades, mil novecientos noventa, mil novecientos noventa y seis, dos mil diez, el país necesita una nueva ola de reformas.
En once días se estrena el Congreso. En medio de la mayor crisis económica que hemos vivido, se deben tomar decisiones que permitan al nuevo gobierno tener recursos para resolver los problemas de salud, ir en auxilio de los desempleados, prolongando el programa FASE, mantener con vida pequeñas, medianas y grandes empresas para que no despidan colaboradores o, peor aún, corran el riesgo de desaparecer.
El país año tras años se ha ido atomizando para complacer seguidores, familiares y amigos. Eso lo paga el pobre cuando compra y paga ITBIS, lo paga el de la clase media cuando paga el mismo impuesto más el descuento de su salario, lo pagamos los empresarios en impuestos a la renta, aduanas, a los cheques, permisos incontables para poder trabajar, etc.
La relación de instituciones que pueden ser eliminadas o fusionadas son muchas, la economía sería inmensa; podemos mandar a su casa aquellos que ostentaron riquezas y poder por diez y seis años y cuidar el empleo de los que menos tienen, en unos procesos de análisis que nos recuerde que somos un país pobre con enormes diferencias sociales que son consecuencia del despilfarro a que hemos sometido al Estado.
Sólo pensar que para la Oficina de Bienes Incautados se gastan 654MM, Unidad Ejecutora de Pignoraciones 406MM, lo que se puede hacer en una oficina con 5 personas y computadoras; el INVI y el Instituto de Auxilio a la Vivienda tienen un presupuesto de más de 700MM que bien puede pasar a un Ministerio de Vivienda, eficiente, con pocas personas y recursos para realmente desarrollar el más ambicioso plan de viviendas económicas que el país haya visto. Esto sólo como un pequeño ejemplo de los ahorros.
Nuestra senadora del Distrito Nacional en su proyecto propone ahorros de más de 15,000 millones, si logramos la mitad de su propuesta habremos cambiado el país.
Un país que necesita gobernantes que entiendan que los recursos del Estado no están a su disposición, que no hacemos nada con decir que crecemos y lo que realmente crece es una burocracia aberrante.
Si desde el Congreso tomamos medidas de ahorro y lo hacemos desde el ejecutivo, que ya ha dicho “no habrá celebraciones de toma de posesión”, elimina el uso de bebidas, exceso de comidas, viajes, vehículos en todo el tren administrativo, les aseguro, por experiencia, que los ahorros serían inmensos.
Esto es sin tomar en cuenta que en el exterior tenemos otra República Dominicana con los miles de embajadores, cónsules, agregados, paniaguados de todo tipo, perjudicando educación, apoyo agricultura, pequeñas empresas, desempleados. Toda una francachela en el gasto. Hagamos un país más grande, gastando menos y mejor.