Las hermanas Mirabal, símbolo de la lucha contra la violencia de género, por su asesinato en las postrimerías del régimen despótico de Rafael Trujillo. Su martirio y asesinato, con las características propias de la brutalidad de un régimen tiránico, contribuyó, como aporte póstumo a la libertad de los dominicanos, a la decapitación de la dictadura y al final físico del propio dictador, dueño de propiedades, pensamientos y personas. El pasado lunes 25, se cumplieron 64 años del horrendo crimen múltiple. Hijas del matrimonio de Enrique Mirabal Fernández y Mercedes Reyes Camilo, fue Aída Patria Mercedes Mirabal Reyes, nacida en Ojo de Agua, Salcedo, el 27 de febrero del 1924, la mayor de Las Mariposas, nombre poético colectivo para las mártires de Salcedo, bautizadas así en una novela con título “En el tiempo de Las Mariposas”, basada en sus vidas, de la autoría de Julia Álvarez. La segunda fue María Argentina Minerva (Salcedo, 12 de marzo de 1926), de las 3 la más activa políticamente, fundadora del Movimiento 14 de Junio, junto a su esposo, el malogrado Manolo Tavárez. La menor fue Antonia María Teresa. Fueron asesinadas a palos, el 25 de nov. de 1960, pretendiendo simular un accidente automovilístico, del jeep Toyota, verde, que les había facilitado René Bournigal, ya cuando el régimen de Trujillo daba muestras de senectud marcada, en una peligrosa etapa que derivó en este crimen múltiple.
Junto a ellas el héroe que la historia margina, Rufino Antonio de la Cruz Disla, (16 de noviembre de 1923, El Corozal, Tenares, Salcedo), ligado secretamente al Movimiento 14 de Junio, que tuvo el inmenso valor de acompañar a las Mirabal en su viaje final a Puerto Plata, como misión secreta. Señaladas “comunistas”, epíteto oficial para los opositores de Trujillo, en una decisión suicida que precisaba de un inmenso valor personal. No era un simple “chofer”, como se ha querido señalar, como si esta labor fuera carente de trascendencia. Ciriaco de la Rosa asesinó a Patria; Alfonso Cruz Valerio a Minerva; Ramón Emilio Rojas Lora a María Teresa y el mercenario cubano Emilio Estrada Malleta, a nuestro Rufino de la Cruz, mientras Néstor Pérez Terrero quedó vigilando el lugar. Escaparon al brazo escuálido de la parapléjica justicia dominicana. En una perversa defensa de su padre, Angelita Trujillo, lanzó la especie de que la orden de asesinato a las Mirabal Reyes y a Rufino de la Cruz, no emanó de la diabólica mente de Rafael Trujillo, sino que Luis Amiama Tio, uno de los principales conspiradores para la muerte del tirano y el a la sazón Secretario de las FFAA, José René Román Fernández (Pupo), lo planearon y ejecutaron, como paso previo a la eliminación de Trujillo. Heroínas-mártires que han trascendido los espacios dominicanos ocupando un sitial mundial, son el símbolo universal de la violencia, no solo contra la mujer, sino contra el ser humano y la señal para evitar la repetición de regímenes que cercenen la libertad, en nombre de un “progreso” sembrado sobre violencias, sangre y cadáveres.