No quise en su momento expresar alguna opinión con relación al caso de la joven, de origen indio, desaparecida en la playa de un hotel en Punta Cana, y no lo hice para no ser parte del montón de habladores buscando me gusta o vistas a través de medios digitales y de redes sociales sobre el lamentable y delicado hecho.
El dominicano como siempre quiere saberlo todo y opina sobre lo que ve por las redes sociales y buscan la manera de viralizar sus comentarios, pero de ahí a externar criterios dando por hecho elementos que no han salido a la luz pública o que están en proceso de investigación como es el caso de la aún desaparecida joven de 20 años Sudiksha Konanki y el involucramiento del joven de nacionalidad estadounidense Joshua Steven Riibe, quien fue la persona que la vio con vida por última vez, es de muy mal gusto no solo para las familias involucradas, sino para el país.
La gente se pasa y mucho, o más bien, el dominicano se pasa con los comentarios y especulaciones que dejan poco que desear, sin importarles el dolor o la situación de ansiedad que pueden causar a una persona o una familia entera envuelta en una situación tan lastimosa. Los padres de la joven prefirieron pedir que pararan su búsqueda y fuese declarada muerta por ahogamiento.
Da mucha pena leer acusaciones aterradoras y afirmaciones cuestionando al joven que estuvo con la chica antes de su desaparición y haciendo presunciones de lo que pudo haber ocurrido esa fatídica madrugada del 6 de marzo en esa playa del Este.
Cualquiera me diría, pero esas especulaciones solo se ven en las redes y programas digitales, donde las fake news son materia prima… Sí, es verdad, pero tienen impacto en ciertos segmentos de la población y crean percepciones en personas que siguen a estos “influenciadores”.
Como sociedad hemos perdido el norte, la sensibilidad y la solidaridad. Nos comportamos como seres abominables y despiadados cuando queremos hacer daño. Nuestro país cuenta con leyes, un Ministerio Público y una Procuraduría que son las instancias autorizadas para ofrecer y procesar información sobre hechos lamentables.
El caso Konanki ha ocupado la atención de millones de personas en el mundo y seguirá abierto hasta saber lo que pasó exactamente la madrugada de ese 6 de marzo.
Mientras tanto, el joven Joshua Steven Riibe recuperó su libertad mediante un Habeas Corpus, sin embargo, sigue en el ojo del huracán, por ser el último en ver con vida a Sudiksha.
Este caso debe servirnos de ejemplo, sobre todo a los padres y a los propios hijos, adolescentes y jóvenes, porque fíjense cómo le cambia la vida a una persona en un pestañear. Las juventudes de este tiempo están viviendo una vida muy desenfrenada, sin medir consecuencias, y sin pensar en el dolor que pueden causar a sus padres con un mal comportamiento.
La diversión y el entretenimiento son necesarios y son parte fundamental de la vida, pero hay que evitar los excesos y saber con quiénes nos juntamos y quiénes son los verdaderos amigos.