Las recientes medidas anunciadas por el presidente Luis Abinader sobre la carrera diplomática han sido recibidas con entusiasmo, se las califica incluso de “históricas” en algunos sectores. Más allá de este calificativo, es crucial reconocer la importancia de tener un personal diplomático bien preparado, alineado a la normativa vigente.
La República Dominicana, como miembro de múltiples comisiones internacionales, incluida el Consejo de Derechos Humanos, ha adolecido durante años por la falta de representación de alto nivel técnico y experiencia. El anuncio de estas medidas es una oportunidad invaluable para avanzar en esta dirección y mejorar la representación del país.
En términos de comercio, la República Dominicana tiene tres frentes cruciales: fomento de exportaciones y servicios modernos, atracción de inversión extranjera directa y convertirse en el hub logístico del Caribe. En estos aspectos, el papel de los diplomáticos es vital. Actúan como identificadores de oportunidades de negocio, promotores de los atractivos del país y gestores de alianzas estratégicas. Para lograr estos objetivos, es indispensable contar con un servicio exterior profesional, superando la práctica de seleccionar diplomáticos basándose en conexiones personales en lugar de méritos.
Además, una política exterior sólida es esencial para comunicar las acciones e inversiones del país en temas sensibles como derechos humanos, situación fronteriza, salud y educación. Estos temas suelen generar titulares en medios internacionales y liderar discusiones en organismos supranacionales. Es vital que la postura del país se comunique de manera proactiva y efectiva, que aborde cualquier acusación con argumentos bien fundamentados y presentados por diplomáticos capacitados.
Históricamente, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha sido criticado por tratar el servicio exterior como un espacio para el pago de favores políticos. Las misiones diplomáticas se percibían como premios o castigos, dependía del destino asignado. Esta práctica debe ser erradicada para garantizar que los diplomáticos sean seleccionados y promovidos con base en sus méritos y capacidades.
En ese sentido, que el presidente Abinader disponga ascensos colectivos basados en el desempeño, la incorporación de funcionarios activos a la Carrera Diplomática que cumplen con los requisitos y la convocatoria de un concurso público para atraer nuevos talentos al ejercicio diplomático, hablan de un compromiso con la modernización del Estado y el fortalecimiento institucional. Sin embargo, todavía permanecen las voces de quienes señalan irregularidades procedimentales en el Ministerio de Relaciones Exteriores, específicamente en torno a un personal que mantiene causas abiertas en el Tribunal Superior Administrativo (TSA).
Con todo, para quienes nos hemos formado en la carrera diplomática es una buena noticia escuchar hablar de concursos y evaluación de desempeño. Por años, la única opción de ingreso de la que teníamos conocimiento fue la vinculada con las relaciones personales.
Considero que este es el momento idóneo para garantizar que en nuestro cuerpo diplomático estén representados los intereses de todos los dominicanos. Es decir, es responsabilidad de los funcionarios del Mirex impulsar agendas que involucren a todos los sectores productivos, desde los grandes inversionistas hasta las Mipymes con vocación exportadora; pasando por aspectos de desarrollo social, derechos humanos e identidad cultural.
Como muchos profesionales, espero que estemos a las puertas de un cambio en la cultura organizacional del Mirex. En otro momento, también podríamos sentarnos a analizar la política internacional de la República Dominicana, sobre todo, de cara a las transformaciones de los tiempos y de los compromisos que hemos asumido como país.