En pocos días inicia la llegada de las ballenas turistas a Samaná, viajeras que en un trayecto de 15,000 kms., emigran desde el Atlántico Norte hasta estas aguas tropicales. Constituye un festival de la naturaleza, el avistamiento de estos majestuosos ejemplares que inician su viaje de regreso a las aguas frías, alrededor del 30 de marzo de cada año, desde épocas inmemoriales. La Yubarta o Gubarte , de complejo nombre científico: Megaptera novaeangliae, también llamada ballena jorobada, pertenece a la familia de los rocuales. El nombre de ballena jorobada le viene de la curvatura de su espalda, que se insinúa mientras se sumerge. Las nuestras, si corresponde el sentido de propiedad de las que nos visitan, proceden de zonas muy frías y vienen a parir y a aparearse en nuestras aguas. El Cortejo de apareamiento, a ritmo de merengue y bachata dominicanas, permite ver a los machos elevándose sobre el agua, en magistral espectáculo de “maromas” particulares, que tiene por objeto impresionar a la hembra. Estos monumentales mamíferos sólo se alimentan en el verano de krill, una abundante especie de camarón de esas aguas templadas. Durante las travesías y su estadía en las aguas cálidas dominicanas, viven de sus enormes reservas de grasa. Majestuosos ejemplares con peso cercano a las 80,000 lbs y de longitudes entre 15 y 17 metros, deleitan a los privilegiados que pueden acercarse. Samaná se ha convertido en un exótico lugar para los avistamientos y observaciones. Existe un catálogo de todas las ballenas jorobadas del Atlántico Norte por las figuras particulares de su gran aleta caudal, gestionado por el Wheelock College, de Boston. Los machos emiten un profundo sonido de largo alcance debajo del agua, con significado relacionado con el acoplamiento. Extrañamente, en esta especie, las hembras son más grandes que los machos, siendo el único mamífero donde esto ocurre. La gestación dura 11 meses y el ballenato nace con alrededor de 1500 lbs. y mide entre 4 y 4.5 metros. Solo ingiere leche materna durante sus primeros 6 meses de vida, de la que consume cerca de 100 litros (26 galones) por día. Abandona a la madre al inicio de su segundo año de vida ya con unos 9 metros de longitud. Estos “monstruos” duran entre 40 y 50 años. A pesar de los numerosos estudios realizados a estos colosos del mar, quedan muchas interrogantes por responder. Este atractivo natural es un valioso renglón exclusivo del turismo de Samaná y coloca al país en el mapa mundial de la observación de ballenas siendo estas, una especie en peligro de extinción. Durante el tiempo que no se limitó la caza de ballenas, se estima que la población se redujo en un 90% de la población global y se estima que hoy existen unos 80,000 individuos de las especies de este tipo. Protegidas desde 1987 se estima que de las que vienen de “turistas” cada año, quedan unos miles de ejemplares, que las danzas de amor en Samaná, el Banco de la Plata y en el de La Navidad, deben contribuir a conservar la amenazada especie, como aporte criollo a la diversidad animal.