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En otra anterior entrega destaqué la gran devoción que existe en la feligresía cristiana del país sobre la Virgen de la Altagracia, Protectora del pueblo dominicano y la Virgen de Las Mercedes, Patrona del pueblo dominicano donde anualmente acuden a la ciudad de Salvaleón de Higüey y a la comunidad del Santo Cerro, una gran cantidad de fieles católicos y no católicos a celebrar con profundo fervor cristiano ambas advocaciones en honor a la madre de Nuestro Señor Jesucristo.
Tal es el origen de la Orden de la Merced y que la iglesia acepta enunciativamente en su parte histórica. De esta orden y de sus reinos en devoción y el culto de la Virgen de Las Mercedes, cuya presencia en nuestro país guarda semejanza con los hechos que le dieron origen a su existencia con la diferencia de que mientras en la Península Ibérica la lucha era sarraceno, aquí se inscribe en la acción conquistadora iniciada por Cristóbal Colón.
Aunque existen razonables divergencias acerca de la presencia de la Virgen de Las Mercedes en la Isla de Santo Domingo, la tradición señala su devota presencia en la célebre Batalla del Santo Cerro, librada por el Almirante con los aborígenes acaudillados por el Cacique Manicatex en 1495 y hermano de Caonabo, para salvar la fortaleza de Santo Tomás, levantada por el audaz navegante en su primera incursión a las ubérrimas tierras del Cibao.
Ante la desigual contienda y la comunidad tumultuosa de los indios, el Padre Infante que acompañaba a los cristianos en su condición de capellán, religioso de la Orden de la Merced, alentó a los españoles quienes en una brava acometida pudieron vencer a los nativos, pues como a las nueve de la noche se observó desde el campamento español, gracias a una luz desconocida, sentada en uno de los brazos de la cruz a Nuestra Señora de Las Mercedes, y, ante esta visión, todos, absolutamente todos, desde el Descubridor y su hermano Bartolomé que lo asistía hasta el último de los soldados, postrados de rodillas oraron con fervor.
Luego de esta milagrosa visión la batalla se expandió nuevamente y el éxito coronó la victoria de las huestes españolas, para espanto de los nativos que según la tradición eran unos treinta mil, mientras que los españoles eran unos doscientos.
Desde entonces se atribuye esta victoria a la intervención de la Virgen de Las Mercedes, en cuyo lugar se levantó un templo en su memoria que aún se reverencia con gran devoción, cuyo nombre es Iglesia del Santo Cerro. Instituido desde entonces en la isla el culto a Nuestra Señora de Las Mercedes, y la cruz que durante la noche aciaga la vieron sentada los españoles se conserva en relicarios de oro y plata bajo la denominación de Santa Reliquia, la cual es venerada por los fieles que asisten cada 24 de septiembre al Santo Cerro para rendirle tributo, en uno de los santuarios de mayor devoción del pueblo dominicano, pues el milagro de la cruz en el Santo Cerro sigue vivo en el sentimiento de gran número de feligreses.
Al comienzo de esta nota acerca de la presencia del culto de la Virgen de Las Mercedes en Santo Domingo, hablamos del factor mesiánico que en ocasiones se percibe en los hechos que se sucedieron durante la conquista y colonización española en el Nuevo Mundo, es evidente pues, que la devoción hacia nuestra Señora de Las Mercedes se supone por la presencia de los mercedarios en la isla, entre ellos el célebre Fray Gabriel Tellez, mejor conocido como Tirso de Molina, una de las figuras cimeras de las letras españolas. De ahí que la persistencia de esta devoción descansa, no cabe dudas, sobre todo por oír algún hecho notable y trascendental que dio origen al Patronato de Nuestra Señora, a cuya virtud esa devoción perdura hasta el día de hoy, no supeditada, exclusivamente, al extraño episodio del Santo Cerro.