Las muertes de mujeres que no sobreviven a procedimientos estéticos tienen períodos o temporadas de expansión. Se producen en serie, por rachas. La difusión de casos de fallecimientos de damas que previamente han sido sometidas a cirugías para moldear sus cuerpos no parece atemorizar a las damas que se sienten encarnadas en figuras que tienen potencial de ser mejoradas. Solo así se entiende que se sucedan uno tras otro, casos de mujeres en los que su operación fue un éxito pero con el paciente fallecido. ¿Es tan alto el grado de insatisfacción con su cuerpo como para arriesgarse a morir en procura de agenciarse una imagen “hecha a la medida”? Deberían pensarlo dos veces.