“la Agencia de los Estados Unidos, para el Desarrollo Internacional (USAID, siglas en inglés) es una agencia federal independiente responsable de planificar y administrar la asistencia económica y humanitaria en el mundo”. Donald Trump al llegar al gobierno, en su segunda ocasión, la ha dinamitado de la manera más violenta, y acusa a sus directivos hasta de corrupción. La explosión ha sido de tal magnitud, que en el plano local ha removido los cimientos de la sociedad, con acusaciones sin sustento, de haber recibido pagos por el que hoy parece ser el “leproso” de las fábulas. La premura por actuar desde el litoral de Trump señala que era un objetivo definido. Todo indica que desde el litoral del actual gobierno, señalan que desde esta agencia se financiaban cuestionables “programas” y “actividades” cuyos objetivos iban en vía opuesta a las ayudas que estaban supuestas a ofrecer a los países favorecidos. Me consta que auspiciosos programas han sido realizados con notables éxitos, como aquí el de lecto escritura, en un país donde los estudiantes no tienen capacidad para entender lo que leen. El monto de las ayudas anuales han sido importantes durante muchísimos años, aunque no es de dudar que perversos programas hayan sido, pasados por debajo de la mesa sin que se hubiera detectado por la sociedad y encubiertos con sugestivos títulos que no permitan relacionar su esencia.
Vivimos en un mundo de mentiras, verdades a medias y asuntos escondidos entre noticias falsas. Todo es de dudar y nada es confiable. No sería extraño que cuando el perverso embajador James (Wally) Brewster, se dedicaba a promover entre niños sus inclinaciones sexuales, esas deformantes tendencias se convirtieran en “programas educativos”. Cada individuo es dueño de sus acciones y preferencias pero eso de promoverlo en proyectos escondidos, dirigidos a niños, es censurable. En los hipócritas afanes de “resolver” el problema haitiano de este lado de la frontera, no es de dudar que se dedicarán cuantiosos fondos a promover la agenda que un influyente grupo controla en Washington, detrás de marcados intereses, con el que el nuevo gobierno americano enseña el refajo, con las “tierras raras”.
Se hizo público cómo George Soros, el nefasto promotor de mil diabluras en la sombra, fuera un aprovechado en montar programas interesados con el dinero de los impuestos de USA a través de esta agencia. Lo cierto es que alguien tiene que financiar la idea del ”cambiar” la historia con Haití, promoviendo libros que crean una falsa percepción de cómo fueron los hechos de la dominación de la barbarie haitiana, nuestra independencia y los intentos haitianos de recuperar la “provincia rebelde”.