Ahora más nunca en la historia dominicana, los partidos políticos tienen por delante desafíos importantes por superar, en medio de una coyuntura electoral que encamina al país hacia las elecciones municipales, congresuales y presidenciales del año 2020. Desde hace apenas unos meses está vigente la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, la 33-18; marco jurídico novedoso que por primera vez sirve de regla normativa desde que en 1923 fue creada la Junta Central Electoral (JCE), órgano responsable de convocar cada cuatro años a las asambleas electorales y organizar los comicios. Esta legislación, cuya discusión previa provocó serias discrepancias a lo interno de algunos de los partidos, se ha constituido en uno de los principales desafíos para el sistema de partidos y la propia democracia.
Nuestro partido, el de la Liberación Dominicana (PLD) probablemente sea el que desafíos tenga que afrontar exitosamente, porque habrá de seleccionar a sus candidatos a través de elecciones primarias internas abiertas, simultáneas y el padrón de electores de la JCE, mecanismo que se estrena en la política dominicana.
Nadie puede negar que el nuevo marco jurídico político y electoral y la existencia de dos liderazgos fuertes encabezados por los compañeros, el Presidente de la República, Danilo Medina; y Leonel Fernández, han creado un escarceo internos que desafía la unidad de nuestra organización. Entonces, eso hace que el PLD tenga en la unidad su principal reto para el año 2019.
Reamente no tengo duda que esa unidad plena llegará, pero ésta debe estar cimentada en el pensamiento del Profesor Juan Bosch, que gracias a la aguda visión de futuro que tuvo, sirve de guía para el adecuado ejercicio de la política no solo en América Latina, sino, también, en muchos países del mundo. Sus enseñanzas en el correcto ejercicio del poder y de la conducción política constituyen fuente de sabiduría inagotable para el mundo de hoy.
En Bosch, los ideales, principios y valores quedaron plasmados en prácticas concretas en el ejercicio del poder. La representación del Estado en su pensamiento no se construye como un aparato de control, sino un instrumento de educación, una vía de organización y un vehículo de transformación.
Desde esta concepción y en el corto tiempo que ejerció el gobierno antes de ser derrocado por un golpe militar, en 1963, Bosch concretó sus ideas teóricas e ideológicas en un Plan de Desarrollo Económico Nacional, que incluyó la electrificación del país y el aumento de la generación de energía, la extensión del alumbrado, el inicio de la construcción de la presa y la hidroeléctrica de Tavera, la termoeléctrica de Puerto Plata, el diseño y construcción de los canales de riego, así como la formación de trabajadores en escuelas técnicos-vocacionales y un amplio programa de reforma agraria, entre otras iniciativas no menos importantes y trascendentes.
También impulsó la primera Ley de Desarrollo e Incentivo Industrial, la creación de la Zona Franca de Puerto Plata como Puerto Libre, la ampliación del Aeropuerto de Santo Domingo, la modificación de los planes de estudio con áreas destinadas al conocimiento de la producción agrícola y con fines prácticos para integrarse a la producción, los planes de becas en el exterior, y la política de construcción de viviendas no centralizadas en la ciudad capital, entre otras medidas.
La política contribuye a la creación de consciencia social. Y consciente de eso, el Maestro de la Política, la Literatura y de la Democracia Dominicana, el Profesor Juan Bosch dijo en una ocasión: “La creación de la consciencia moral es el fin último de la evolución social. Lo que persigue el hombre es lo bueno. Lo bello, lo útil, lo justo y lo verdadero están dirigidos al establecimiento de una sociedad en que la consciencia social esté tan educada y evolucionada que la bondad sea un principio naturalmente ejercido por todos”.
Una mirada retrospectiva nos muestra que las ideas de Bosch no han quedado en el pasado, sino que han germinado en su obra maestra, el PLD; en cuyas administraciones gubernamentales se ha avanzado significativamente en la construcción de una sociedad dominicana vez más próspera y menos desigual, en democracia y en libertad.
Visto ese contexto, el pueblo dominicano no perdonaría a la dirigencia y a la militancia peledeísta que no supere en el próximo año 2019 cualquier asomo que erosione sensiblemente la unidad partidaria y que ponga en peligro la continuidad del progreso, el desarrollo y el bienestar que hoy distinguen a la República Dominicana en América Latina.