La reciente tragedia en la que murieron varias personas arrastradas por las corrientes del balneario Fula, en Bonao, debe llamar nuevamente a la reflexión. No es la primera que ocurre y lamentablemente seguirán ocurriendo otras iguales o peores, mientras la gente continúe desafiando y burlando a la naturaleza de manera irresponsable.
En esta semana fueron cinco las personas que perdieron la vida, incluida una menor, en una celebración en medio del río que terminó en tragedia, que lleva luto y angustia a las familias afectadas y a la sociedad. Y lo peor es que cuando ocurre este tipo de tragedias se busca siempre un culpable, sin autoanalizarse y sin usar el sentido común de que con la naturaleza no se juega.
Este lugar donde fueron arrastradas estas personas y donde, además, había niños, es muy conocido y se vende como uno de los atractivos que posee esta importante provincia del Cibao central.
Por algunos reportes que pude ver, el área es decorada con sombrillas de múltiples colores colgadas en ramas de árboles, muy usadas en lugares turísticos; y realmente es un lugar atractivo para hacer deportes de montaña y cañón, muy demandado por turistas locales, siempre y cuando se utilicen las herramientas adecuadas y se acaten las normas de seguridad.
Detalles que me atrevo a decir no se toman en cuenta por quienes frecuentan el lugar y los que promueven los pasadías, poniendo en riesgo sus vidas y las de otros, porque a todo esto, se meten entre las corrientes sin ninguna precaución y para colmo desacatando el pronóstico de fuertes aguaceros.
¿Cómo es posible que se permita acomodar sillas y mesas dentro del río? Eso no cabe en la mente de una persona con sentido común y conciencia. Ni tampoco la autoridad debe permitirlo.
Bañarse en las aguas frías de un río tienta a cualquiera, eso es verdad, sobre todo en un país sofocado por las altas temperaturas. Pero ir a celebrar como si estuviera en el patio de la casa, es la mayor imprudencia, como de hecho ocurrió.
Los organismos que velan por la preservación del medioambiente, nuestros bosques, cuencas y ríos mantienen la voz de alarma sobre el comportamiento del clima y sus cambios. Solo hay que echar un vistazo a las páginas oficiales.
Meteorología, por ejemplo, había anunciado la incidencia de una vaguada en varios puntos del país, sobre todo, en áreas montañosas, donde regularmente caen muchas precipitaciones durante el año.
Por otro lado, es bueno destacar que las condiciones climáticas de estos tiempos no son las mismas de antes. El propio hombre ha lacerado la naturaleza y hoy los cambios son fulminantes a la propia naturaleza, imagínese al humano.
Lamentamos esta tragedia y lo que más nos duele es que estos episodios se repitan cada vez más. Vamos a educarnos, a preservar y a respetar nuestros bosques, ríos y montañas que son los recursos que nos permiten mantenernos con vida.