Dice el “mataburros” que tinaja es:” recipiente de barro con forma de vasija de perfil ovalado, boca y pie estrechos y por lo general sin asas”. Se usa para almacenar agua, vinos, aceite, granos, usado durante siglos. Su nombre deviene del latín, “tina”, recipiente ícono de las familias dominicanas, que debió llegar a nuestra isla con los primeros asientos de los españoles, que siguieron a la aventura de Cristóbal Colón.
Dicen que las usaban los primeros pobladores, artistas del barro. Los extranjeros adaptaron las experiencias castizas, donde tinajeros llegaron a producir ejemplares capaces de almacenar 800 litros de vino. Varias regiones españolas se destacaron por especializarse en tinajas ornamentadas y con sellos de autor. Con dificultades para rastrear sus orígenes, es evidente que se trata de un recipiente con muchísimos siglos de historia y es probable que los africanos forzados, esclavizados por la ambición, contribuyeran en las nuestras. Aquí se ha se ha usado preferentemente para almacenar el agua en los hogares, más que nada, por su principal característica de conservarla fresca, siendo la primera “nevera” criolla, añadiendo un añorado sabor terroso, propiedades para lo que los científicos tienen explicaciones, Vital artefacto en la vida diaria de las familias, el “tinajero”, consistía en una mesa de madera, algunas con tope del propio barro, con un “jundío” para colocar la tinaja y que quedara fija en ese punto. Siempre había un pequeño recipiente de asa larga, para extraer el líquido y llenar el vaso propio que formaba parte de ese tinajero, dispuesto para toda la familia. Cuántos “boches” cocotazos y reprimendas provocaban el “pegarse” del recipiente de extracción, en lugar de utilizar el vaso propio, peripecias juveniles sin conciencia, para acelerar la ingesta de agua, que nos separaba del juego. El tinajero era en tiempos de los abuelos, uno de los lugares más emblemáticos y limpios de la casa. Las creencias criollas también involucran a la tinaja: beber agua de 7 tinajas puede producir la muerte, creen unos. Otros tienen dicen: cuando una persona que tiene un “resguardo”, agoniza por largo tiempo sin que la muerte lo alcance, le dan agua de 7 tinajas, deshace el resguardo y puede morir en paz. Me indicaron en un sitio que la abuela solo le echaba agua lluvia, porque esa trae “lágrimas del Señor”. La tinaja, que tiene la propiedad de decantar las impurezas, se lavaba con hojas de guayaba, para quitarle lo “baboso” del fondo y asegurar su fragancia fresca. En Haití vi almacenar “triculí”, ron destilado en su forma artesanal y clandestina, guardado en tinajas: tafiá, cañañá, clerén, ron atomique y otros. La nevera cambió el destino de la útil tinaja que solo es hoy, un recuerdo que vive entre tinacos y botellones, pero que la frescura del agua que guardaba en sus espacios, compite con la temperatura de la que se guarda en nevera y en su frescura, inmejorable.
