Por el título cualquiera pensaría que voy a desarrollar una nueva teoría de los precios, pero a pesar de que estudié economía, me dediqué a desarrollar empresas, muchas veces no estoy de acuerdo con mis amigos economistas, ya que les recrimino no saber lo que es pagar nóminas y préstamos.
Cuando terminé la universidad, a mi querido profesor Jorge Mungia (EPD), sacerdote Jesuita, le decía que terminaba la carrera y no sabía nada, a lo que me respondió: “te hemos enseñado a pensar, a partir de hoy te tocará aprender”.
Nunca olvidé ese gran consejo, me ha servido para toda la vida. Para los empresarios predecir el futuro resulta algo difícil, los años de experiencia nos ayudan a tomar mejores decisiones, equivocarnos menos.
Cada artículo que me atrevo escribir tiene un motivo, algo lo inspira. La semana pasada el Reverendo Obispo de Higüey, Jesús Castro Marte, se quejó de los aumentos de precios de productos básicos y llegó a llamar a los empresarios especuladores.
Me atreví, por el aprecio y el respeto que le tengo al purpurado, llamarlo y explicarle lo difícil de la situación internacional de materias primas y que los aumentos de precios no tenían componente local. Su atinada sugerencia fue que los empresarios debíamos comunicar mejor lo que sucedía para que el consumidor lo pudiera entender con claridad.
Los medios de comunicación recogen la inconformidad de la población, porque si hay algo odioso son los aumentos de precios, y quiero puntualizar que no lo son solo para la población, también para los empresarios, porque si a los primeros los precios le reducen su capacidad de compra, a los segundos nos disminuyen las ventas y nos obligan a financiarnos para poder pagar los aumentos de precios de nuestras materias primas.
Uno de los matutinos recogía reacciones de la población frente a los aumentos de precios y copio dos que servirán de ejemplo de lo que pretendo explicar.
Los panaderos anunciaron un aumento del pan porque sus insumos, muchos de ellos importados, como la harina y el aceite, habían subido de precio y la reacción era: “estoy cansada de estos aumentos”; otro decía: “aquí se protesta por el aumento del pan, pero nadie dice nada con el aumento de la cerveza”.
Existe en economía lo que se llama la elasticidad de la demanda, usted puede sustituir un producto caro por otro de más bajo precio y esto obligará que el precio disminuya. En el caso de la cerveza, yo desarrollo un nuevo término “la elasticidad del gusto”. El que se toma una cerveza, la toma por lo que esta significa y no necesariamente por su precio.
Pero volviendo a mi compromiso con monseñor Castro Marte, trataré de explicar lo que sucede en el mundo de las materias primas y en algún sentido, ya con mejoría, en el sector agrícola.
Nadie era capaz de predecir lo que sucedió el año pasado. Hay que recordar que en un momento el precio del barril del petróleo fue negativo, tácitamente el productor pagaba para entregar petróleo. En el caso de las materias primas, muchas plantas debieron parar su producción por falta de demanda durante la cuarentena mundial y en la medida que las economías se recuperaban la demanda fue mayor que la producción.
Sin que pudiéramos predecir el futuro, el mundo se convirtió en un mercado de vendedores, donde estos fijan los precios a diario sin que el comprador pueda hacer nada, ya que su dilación en comprar significa mayores precios.
Así como esto creaba problemas al consumidor, los generaba al productor que veía su capital mermado para tratar de comprar la misma cantidad de materia prima para su producción. Pero peor aún, muchas veces nos hemos visto obligados a detener la producción por falta de materias primas con las negativas consecuencias de tener que enfrentar los gastos de empleomanía, impuestos, servicios, etc. La crisis no solo afecta al consumidor, lo es también del productor.
El gobierno también tiene problemas, los combustibles han aumentado un ochenta y ocho por ciento y ha tenido que tomar la decisión de no traspasar una gran parte al consumidor. No toco en este momento el costo sanitario.
Contrario a lo que sucede en el sector de materias primas, los precios del sector agrícola, que también sufrieron alzas, fruto de que muchos productores dejaron de cosechar por falta de demanda, hoy han vuelto a producir y la reducción en rubros importantes de la canasta familiar se empieza a sentir.
Este panorama de materias primas fue creando un círculo muy complicado que se sumó al cartel de las navieras, que han aumentado los fletes más de diez veces ante una comunidad internacional que no enfrenta el más odioso de los oligopolios que existen en el mundo.
Para una isla como la nuestra no existe elasticidad de demanda en cuanto a barcos. Tenemos dos posibilidades, una en avión y solo para pequeñas cantidades, la otra nadando.
Este aumento de fletes incide también en el incremento del pago de Aduana y de ITBIS, ya que en nuestras importaciones no solo pagamos impuestos por el valor de la mercancía, sino también por los fletes.
Hablando de predecir el futuro y espero equivocarme a pesar de que precios como el del cobre y la madera han empezado a bajar, no hemos visto la misma tendencia en los aceites, materias primas químicas y plásticos.
La parada por una semana, por un nuevo brote de covid, de tres importantes puertos de China está creando una aglomeración de contenedores que dicen no se resolverá hasta fin de año. Esto traerá un desabastecimiento grave en una economía mundial en crecimiento y como siempre las navieras aprovecharán para mayores aumentos de sus beneficios.
Toda esta situación es aprovechada por políticos que debían estar sumando sugerencias frente a una crisis importada. El político que quemó la gorra decía que esto se parecía a la crisis del 2003. ¿Ignorancia o mala intención? Pienso que la primera, la crisis del 2003 fue interna, fruto de una ausencia de supervisión y un manejo bancario criminal que costó al país el veinticinco por ciento de su producto interno bruto. A diferencia de muchos que también han afectado el país y siguen libre, los responsables cumplieron sus plazos en prisión.
La crisis de hoy es externa, que son de las peores porque es muy poco lo que podemos hacer para que los precios bajen. Pero eso no quiere decir que podemos quedarnos cruzados de brazos.
Lo lógico es que gobierno, sindicatos, oposición y empresarios trabajemos juntos. ¿Qué podemos hacer?
Por su lado, ya el Banco Central ha hecho su parte, manteniendo la estabilidad cambiaria, más aún la moneda se ha apreciado en un 2 %, lo que quita presión a los precios.
Podríamos llegar a fórmulas de que se cobren los impuestos de los fletes en base a promedios y no los últimos fletes tan elevados, también con las materias primas. Los empresarios comprometerse a que promedien los precios de compra para no fijar precios basados en la última compra.
Por qué no pensar en un acuerdo regional que ejerza presión sobre el oligopolio de las navieras, para que los precios reflejen la realidad y no la codicia del sector, que muchas veces escapa al control de los navieros del patio.
Por último y más importante, un aumento de salarios de aquellos sectores que hoy se han recuperado y que pueden perfectamente hacerlo. No esperen ponerse de acuerdo con Pepe y con Gabriel, den un paso adelante para que la población, nuestros clientes, entiendan que estamos con ellos.
Esto lo voy a repetir, a los empresarios nos conviene estabilidad de precios de materias primas y abundancia. Programamos nuestra producción, requerimos menos capital de trabajo y posiblemente nos etiqueten menos como agiotistas, porque nunca dejarán de entender que lejos de ser los malos, somos responsables del desarrollo, con nuestros defectos y virtudes no solo pagamos impuestos y generamos empleos, estamos presentes en muchas de las necesidades de la población.
Ojalá esta explicación sirva para entender la magnitud de la crisis internacional y en vez de buscar culpables locales, que no los hay, busquemos soluciones juntos.