Entre los años 1405 y 1433, el almirante Cheng Ho emprendió siete viajes de larga duración con una flota de cientos de barcos, que lo llevó a las costas de África oriental. De haber continuado sus exploraciones habría llegado a las costas de Portugal, dirigido por el compás magnético chino. Nunca ocurrió, pues la burocracia imperial interrumpió esas exploraciones. En El ascenso y declive de las grandes potencias, Paul Kennedy afirma que la decisión de cerrarse al exterior fue una causa, entre otras complejas, del declive chino. Lejos de llegar a Europas, los europeos llegaron a China, abriendo una de las etapas mas humillantes de su historia.
Para concluir, la perdida de poder e influencia internacional podría ser resultado de causas internas.
Una de las los mitos que muchos Occidentales creyeron es que el capitalismo y el Presidente Reagan derrumbaron a la Unión Soviética. Nada mas equivocado. La URSS implosionó, pues era la heredera del imperio de los zares- una amalgama de pueblos, culturas, y religiones diferentes gobernadas por un sistema económico absurdo, a pesar de su propalada superioridad a la irracionalidad capitalista. El Gran Zar Stalin extendió el imperio hasta Europa del Este, agregándole mas tensiones internas a ese amasijo. El mito del “triunfo” occidental fue causa de una serie de errores estratégicos de gran calibre. Dirigentes políticos incapaces emprendieron acciones imprudentes que desestabilizaron el Medio Oriente, algo inimaginable con miles de cohetes soviéticos a la ordenes de un botón. Actualmente, muchos hablan del declive de Occidente debido al ascenso chino. Creemos lo contrario, el ascenso de China quizás produzca políticas mas equilibradas y mejor calibradas.
Una de las políticas que mas daño ha hecho a Occidente es poner la sexualidad en el centro de la agenda internacional, bajo la bella frase de mercadeo de “igualdad de genero”. La sexualidad es un tema sumamente escabroso, que tiene que ver con tabúes, normas culturales, religiones arraigadas por siglos. Es el perfecto tema para hostilizar al 70 % de la humanidad cuyas creencias milenarias no van a cambiar por los intereses de políticos occidentales, cuyas costosas campañas son financiadas por grupos minoritarios bien organizados. Esta es la receta para perder influencia a nivel mundial, pues antagoníza al mundo Cristiano Ortodoxo, que es un arco geográfico que va de Europa oriental al Pacífico. Siendo así, el astuto Putin se ha declarado defensor de los valores tradicionales. Antagoníza al Islam enraizado en Africa y que se extiende en un arco hasta Indonesia, con 225 millones de creyentes. Sin mencionar, a los católicos y protestantes latinoamericanos. Debemos acordar que dentro de las sociedades democráticas respetemos la dignidad de todos los ciudadanos, sin importar su orientación sexual. Ahora, dedicarse a irritar al 70 % de la humanidad solo socavará la influencia de Occidente.