No acostumbro a responder a otros articulistas. En esta oportunidad rompo esa regla por la preocupación de la tendencia que lleva la sociedad en dividirnos entre blancos y no sé qué color, porque todos somos una mezcla de razas.
Dividirnos entre popis y wawawa, no nos lleva a nada. Este es un país con una enorme movilidad social. Muchos de los grandes empresarios de hoy, banqueros y comerciantes, dos o tres generaciones atrás no tenían suficiente para pagar el alquiler de la vivienda donde residían con sus familias.
Podría poner muchos ejemplos, pero eso será tema de otros artículos. Lo cierto es que cada día más, las críticas sin sentido en las redes, sin importar lo transparente que sea el empresario, son más temidas que una inspección de la DGII.
Este es un gobierno que se le acusa de tener muchos empresarios en el tren administrativo. Hace unos días, con mi hijo Celso Juan, hacía comparaciones de posiciones y el gobierno anterior tenía más empresarios que este en posiciones importantes.
También rompo la regla porque quien escribe, José Luis Taveras, es un tremendo intelectual, al que leo todas las semanas, profundo, ácido, una de las plumas más ilustradas del país, con el cual estoy de acuerdo unas veces, otras no. Así es la democracia y los que nos atrevemos a escribir nunca podemos complacer a los que se toman las molestias de leer, en mi caso mis garabatos.
Pero antes de entrar al fondo y más como una chanza, sólo una vez he visto al licenciado Taveras y fue ya hace algunos años, cuando yo entraba en un restaurante y él, muy amablemente, se paró de su mesa a saludarme, gesto del que guardo un grato recuerdo. Si mi memoria es buena, lo recuerdo como muy blanco.
Pero hablemos de reforma policial. Este es un país donde las comisiones se reciclan. Por tiempos inmemoriales a los empresarios nos ha preocupado el tema de la seguridad. Son múltiples las comisiones, incluso por muchos años funcionó el Consejo Nacional de Prevención del Crimen (Coneprec), que, sin tener una presencia pública, logró una importante incidencia en cambios que se hicieron en la policía de ese entonces.
Sólo he de recordar que en el 2010, CNN en español consideraba a Santo Domingo como la ciudad más segura de Latinoamérica. Algo se había hecho.
Desgraciadamente, vivimos en un país donde el mayor costo a nuestra economía es la falta de continuidad. Un gobierno cambia todo lo que ha hecho el anterior, incluso, dentro de un mismo período gubernamental, un funcionario es capaz de modificar los cambios realizados por el que sustituye, sin importar lo bien y los costosos que hayan resultado estos.
¿Que muchos de nuestros policías hacen labores a empresarios, diplomáticos y políticos? No voy a entrar en eso, porque es un hecho harto conocido, resultado de los bajos sueldos que recibe un agente del orden, que se ve obligado a dos empleos para subsistir.
Esta comisión puede o no quedar como muchas otras, tiene el apoyo del presidente, lo que ya es un gran paso, las decisiones del Ministerio de Interior no se deciden en un almuerzo, parece que hay una decisión firme de cambiar.
La conforman algunos empresarios, pero también hay de muchas más profesiones que buscan un mismo fin. Los busqué en Google y no todos son totalmente blancos.
Intelectuales como usted y muchos más que quieren un país diferente; deben trabajar para ver cómo pagamos la deuda social que hemos acumulado. Unos que lo tienen todo, otros que apenas pueden comer una vez al día en el mejor de los casos.
Un factor común en todos los países es que la pandemia ha exponenciado las diferencias sociales y las redes, con un exhibicionismo tremendo, donde publicamos lo que hacemos, lo que comemos, lo que compramos. Las reuniones familiares, las bodas, bautizos, han dejado de ser eventos familiares para ser públicos y demostrar la bonanza de la que se goza.
Eso es lo que crea las verdaderas diferencias sobre las que hay que trabajar, blancos, trigueños, más quemados del sol, hijos de Dios en una misma patria, con graves problemas generados por una pandemia y ahora por aumentos de precios de todo tipo, desabastecimientos e inflación, crisis marítima que a pesar de todos estos factores, seguimos siendo el ejemplo que todos quieren imitar por el crecimiento pospandemia.
Los sistemas nos han fallado, el socialismo quiebra las economías y el capitalismo hace a unos cuantos ricos, sin tomar en cuenta las necesidades de muchos.
Creemos que repartiendo limosnas y los gobiernos con miles de programas sociales se resuelven esas diferencias y no es así.
Son programas de corto plazo, pero como dice la doctrina social de la iglesia, hay que trabajar por el bien común, los bienes deben tener un destino universal y todo tiene que estar basado en la dignidad del hombre, nunca en una división que nos lleva al colapso.
Hoy más que nunca, frente a la tormenta que se ve venir en el horizonte, plumas brillantes como la suya, la de muchos más y hasta los garabatos míos, tenemos el deber de unir, de impulsar, de exigir, no sólo seguridad, más que eso, equidad.