La votación que alcanzó Margarita Cedeño en la consulta del PLD, sorprendió, tanto a ella como a los espectadores. Es obvio que la dirigente acudió a la cita confiada en que obtendría la victoria. Ella conocerá las razones que le generaron tanta confianza en su triunfo.
Hacia fuera, se observaba que en materia de estructura no competía con la de Abel Martínez. También lucía inferior a la de Francisco Domínguez Brito. Es innegable que la dama goza de una popularidad que no logró convertir en votos en las urnas. El hecho deja la enseñanza de que para ganar se requiere más que favorabilidad e intención, hay que movilizar al votante.
Lo más chocante del caso es que las proyecciones la colocaban en cerrada competencia con Abel, y en los hechos logró un lejano tercer lugar. Pero de eso Margarita tiene una lectura distinta. Entiende que “el tercer lugar que nos quieren dar, es el primero en el corazón de la gente”. Margarita tiene razón en eso, su nivel de aceptación en el electorado es muy superior al de sus dos compañeros de partido que la superaron en votos.
Es creíble porque todas las encuestas lo dicen; y todas las encuestas no pueden estar equivocadas. Otra cosa es que ella no lograra convertir esa simpatía en votos.
El reto
El reto de Margarita ahora es desarrollar una estrategia de participación en el escenario que le permita conserva su figura y participar en procesos futuros con mayor posibilidad de éxito, en base a la experiencia aprendida.
La situación política de la exvicepresidenta es complicada, porque para una figura de su estatura es difícil encontrar un espacio de participación. Y, aunque no se sabe, no parece que vuelva a ser candidata vicepresidencial con Abel Martínez. Por el resultado, hay algunos ruidos internos en el PLD.
Algunos miembros de su equipo, como los hermanos Lizardo, que fueron sus colaboradores, están inconformes con dirigentes del más alto nivel. En el proyecto de Margarita también hay otros perdedores. Se ha desatado una batalla por la secretaría electoral. Danilo Díaz dejó a Tomy Galán de interino, pero le gustó el carguito.