El contexto social y político de estos días está dominado por el tema de las reformas propuestas por el Gobierno. Aunque los mayores debates los generan las vinculadas a la reforma de la Constitución y la fiscal, hay otros 11 temas en agenda que generan gran interés, entre esos, los posibles cambios en la seguridad social y laboral, por los intereses que envuelven.
La historia democrática del país y con ella los avances económicos, laborales e institucionales, están escritos por la capacidad de concertación que han tenido los sectores políticos, laboral y patronal. Los grandes cambios que ha tenido el país a través de la concertación fueron posibles porque la República también contó con la participación de una figura como la de monseñor Agripino Núñez Collado, que se ganó el respeto y credibilidad de todos los sectores a la hora de sentarse en la mesa de conversación para ponerse de acuerdo sobre lo más conveniente para el país.
Como muestra solo dos casos. La crisis posterior a las elecciones de 1994 que estuvo a punto de dejar un vacío de poder en el país y la reforma laboral de 1992. Ambas son mayor referencia de la capacidad de concertación de los sectores del país. El libro de Rafael Alburquerque “Huellas en el sendero” y las memorias de Núñez Collado “Ahora que puedo contarlo”, retratan el proceso de diálogo para la gran conquista que representó la reforma laboral de 1992.
Con el tiempo, el proceso de concertación evolucionó a la creación del Consejo Económico y Social (CES) pensado como un espacio de lograr acuerdos sobre los grandes temas del país. Su primer presidente fue el fallecido monseñor Agripino Núñez Collado y la secretaria doña Iraima Capriles. Ahora el CES es considerado por muchos como el espacio natural para discutir las reformas que están en agenda.
Las actuales autoridades del órgano consultivo del Poder Ejecutivo no cuentan con la trayectoria de sus antecesores, pero el escenario actual se presta para ponerlas a prueba. A pesar de todo, el contexto es interesante, pues también servirá para mostrar la madurez de los actores políticos y sociales. Igual para saber si la institucionalidad ha avanzado lo necesario para caminar sin muletas o si todavía necesita mediador o mediadora.
