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Las señales del desgate del PRM en su segundo periodo siguen llegando, no se detienen, como hijas fieles del tiempo, que siempre pasa factura. Aunque el presidente Luis Abinader se mantiene con los pies en la tierra y con el oído en el corazón del pueblo, no todos los funcionarios del Gobierno, o más bien muy pocos, siguen los pasos del jefe de Estado.

El caso de la Oficina Gubernamental de Tecnologías de la Información y la Comunicación, es el más elocuente. Las críticas, con fundamento, por los gastos excesivos en alquiler de locales para sus oficinas, han sacado a relucir la miseria humana de parte del personal que labora en esa institución.

Nada justifica que a una persona se le enrostre la ayuda que ha recibido para una hija con condiciones especiales, menos en público, pero peor aun, que se haga desde la cuenta oficial de una institución pública. Borrar el post no anula el hecho.

Lo peor es que no se aprende la lección. Esa misma campaña, aunque encubierta en cuentas que no son de la institución, sigue la temática de denigrar a las personas por su condición de vulnerabilidad. Esas respuestas indican que han perdido la batalla de la verdad y por eso acuden a herir y lastimar a quienes no les agradan por sus críticas.

Ese tipo de comportamientos estuvo mal antes, está mal ahora y estará siempre mal, porque no hay nada más sagrado que la dignidad humana. La prensa internacional recoge las denuncias que siempre ocurren en casos de discriminación como ese.

Esas son las señales de que se está en desgaste, que empieza el divorcio entre quienes representan los gobernantes y sus gobernados.

Ese síndrome es como un carro sin frenos. No hay forma de detenerlo, se lleva todo lo que encuentra en el camino, pero al final choca con algún obstáculo más fuerte para terminar estrellado.

Posted in La Pizarra

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