El anuncio de las autoridades dominicanas de que tienen planificado repatriar hasta 10 miles ilegales a la semana, dígase haitianos, se enmarca en la estrategia que ha tenido el gobierno del presidente Luis Abinader de enfrentar en todos los escenarios la carga que representa para el país el tema haitiano en todas sus dimensiones.


Ha sido el tema fundamental de los discursos del presidente ante escenarios de tanta relevancia como la Asamblea General de la ONU. Lo propio ha hecho ante la OEA y en la Cumbre de las Américas, por solo citar tres espacios internacionales que han servido para exponer la preocupación de la República Dominicana sobre el colapso de Haití y la amenaza que representa para toda la región.


Igualmente, el gobierno ha tenido una estrategia de repatriación de ilegales y ha anunciado medidas para fortalecer la seguridad en la frontera, especialmente ante el aumento de la violencia en el hermano país bajo el control de las pandillas.


Recientemente, el presidente anunció que el gobierno hará operativos masivos de repatriación de ilegales. Como es natural, la medida provocó la reacción de rechazo de las autoridades haitianas.


De hecho, Haití acudió a la OEA y logró que convoque una sesión para tratar el tema de las repatriaciones de ilegales anunciadas por las autoridades dominicanas. La medida del gobierno merece todo el respaldo de la sociedad dominicana, lo que no debe tener apoyo es publicitarla.


El propio sentido común indica que sería más efectivo hacer los operativos de captura de ilegales sin previo aviso, pues así se evitaría que puedan esconderse, incluso que quienes los contratan los escondan de las autoridades.


El segundo punto a favor que traería llevar a la práctica esa medida con discreción, lejos de aspavientos y fanfarroneo, es que evitaría colocar al país en el ojo de la crítica internacional y el daño a la imagen del país que genera exhibir camiones cargados de seres humanos. Es la imagen perfecta para crear una percepción internacional del abuso del fuerte contra el débil. Eso de las repatriaciones debe hacerse, pero no anunciarse. 

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