La FP y su presidente, Leonel Fernández, han enfrentado unos días duro de campaña dirigida por el PRM que hasta ha sumado algunos apoyos del PLD. Todo el proceso ha sido montado por la decisión de Fernández de volver como observador a las elecciones de Venezuela.
El pasado lunes, Fernández se vio obligado a emitir un duro documento de respuesta a la acusación que le hizo el presidente Luis Abinader de que apoya el régimen de Nicolás Maduro. Políticamente, es una buena estrategia para el PRM asociar la figura de Fernández con la de Maduro, por el rechazo internacional que tiene el presidente de Venezuela.
Hay que reconocer que en esta ocasión, Fernández fue más rápido en la respuesta de lo que acostumbra, además de que el mecanismo de distribución funcionó, al mismo tiempo combinó lo escrito y lo audiovisual. Esa es la dinámica que imponen los nuevos modelos de comunicación instantánea.
De hecho, el exgobernante pudo haber reaccionado con mayor prontitud, porque cuanto más rápido llega la respuesta, menos tiempo dura el control de la opinión pública bajo el dominio total del adversario. Igualmente, la FP pudo responder el discurso el domingo en lugar del lunes, con menos agenda que el lunes, que ya tiene La Semanal, y el presidente había anunciado que depositaría ese día el proyecto de reforma a la Constitución.
Obviamente, que la rapidez no debe sacrificar la calidad, uno de los retos de la comunicación actual.
La campaña que ha tenido que enfrentar Fernández en las últimas semanas, y que se intensificó con la entrada del presidente Abinader, volvió a mostrar la debilidad que tiene la organización. Le falta gente a la respuesta en equipo.
Si se contabilizan los miembros de la Dirección Política que publicaron las declaraciones de respuesta de Fernández en X, no alcanza el 50% de la matrícula. Otro comportamiento poco entendido de los integrantes de la cúpula de la FP, es que no hay consistencia en el respaldo a su agenda informativa.
La organización también debería abandonar el discurso de crítica a la publicidad estatal y del supuesto compromiso de periodistas y comunicadores con el gobierno, pues aunque sea cierto, no está claro lo que suma.