Es fácil llegar a la conclusión de que el equipo de estrategia del Gobierno apostó a una especie de asedio de propuestas de reformas, que en el fondo no plantean cambios relevantes y en otros ningún cambio, para mantener ocupada a la oposición y la opinión pública en una diversidad de temas tan amplia, que no le alcance el tiempo para planificar una oposición fuerte y certera para la única reforma que impacta a la gente, el paquete fiscal.
De hecho, el cúmulo de reformas coincide con anuncios grandilocuentes, como la deportación semanal de hasta 10 mil ilegales haitianos, a sabiendas de que ese anuncio provocaría críticas en la comunidad internacional. Al mismo tiempo el Ministerio Público independiente encontró el tiempo oportuno para someter a una parte de los involucrados en el caso del Intrant, con apresamientos espectaculares, como parte del libreto.
Igualmente, el Gobierno aprovechó que el principal líder de oposición del país, Leonel Fernández, está de viaje en su agenda académica para presentar la reforma fiscal. No es descartable que con la mayoría con que cuenta el PRM en el Congreso la propuesta se declare de urgencia y se apruebe con la misma velocidad que la ley que declara la necesidad de la reforma a la Constitución.
Estratégicamente, es válido el ejercicio del Gobierno de mantener anestesiada a la gente mientras aprueba el trago amargo de la reforma fiscal. Parece que alguien gritó ¡Ocúpenlos!
Lo que no tiene explicación es la inacción de la oposición frente a lo que ocurre. Por ejemplo, en la FP, principal partido de oposición, su tema de ayer fue una rueda de prensa para oponerse a la fusión del IAD con el Ministerio de Agricultura. Y el senador del Distrito emitió un comunicado que aconseja prudencia sobre la reforma laboral.
Sobre la reforma fiscal tanto el líder de ese partido como sus legisladores han dicho que se encuentran analizándola.
Si la oposición no se ocupa en desempeñar correctamente el rol que le dictó el electorado en las elecciones del 19 de mayo, corre el riesgo de que la población interprete como un acto de complicidad, el dejarse ocupar en la agenda de reformas que propone el Gobierno, cuando solo una afecta la gente.
