Se acerca el 16 de agosto y con la fecha suenan los tambores de cambio. El comentario en los círculos políticos es que el gobernante hará cambios para relanzar el gobierno al cumplir dos años, pero entre lo que se dice y lo que se hace, todavía hay mucho trecho.
En el Ministerio de Medio Ambiente en realidad no significó el ingreso de novedades en el gobierno, aunque sí para la cartera. Pavel Isa salió premiado al pasar de viceministro a Ministro de Economía, pero ya estaba en el tren gubernamental y Miguel Ceara Hatton ya tenía rango de Ministro. Lo que hubo fue un movimiento de una cartera a otra.
En el Ministerio de la Presidencia, que estaba descabezado por la licencia forzada de Lisandro Macarrulla, entró Joel Santos en calidad de interino. Se dice que es de la confianza plena del presidente Abinader, pero con el hecho queda confirmado que el presidente no se ha puesto en modo de premiación a los políticos del partido.
Hasta ahora, los agraciados, Isa y Santos, no son de la estructura del PRM, lo que no significa que no formaran parte del variado abanico de apoyo que logró Abinader para llegar a la Presidencia.
Mientras tanto, hay operadores del PRM que esperan ser movidos a instituciones y otros formar parte del tren gubernamental para trabajar a sus anchas para la reelección del presidente Abinader.
Y Eduardo Estrella
Los perremeístas del Senado le tienen el agua puesta a Eduardo Estrella desde que asumió el cargo, pero no han logrado bajarlo. Conociendo la sabiduría que caracteriza a los políticos nacidos, criados y desarrollados en el Partido Reformista, es poco probable que logren la hazaña en el cambio del bufete directivo del próximo 16 de agosto.
El hombre de Santiago está, como diría Juan Luis Guerra, frío frío, y nada más y nada menos que con el que decide, el presidente Abinader. La queja de los perremeístas con Estrella sigue siendo la misma, que tiene más influencia en el gobierno de su partido que los dirigentes. Estrella tampoco es santo de la devoción de los representantes de otros partidos. A muchos se les hace la boca agua por bajarlo del trono del Senado, pero les falta un perremeísta para librar el pleito.